Como todos los sábados, antes de que den las 12 de la noche, el mandatario esperó impaciente la llegada del correo con la edición dominical adelantada del diario El Mercurio del día siguiente, antes que la bocina del celular avisara ya estaba abriendo el archivo. Pulgar e índice inquietos lo recorrieron presurosos leyendo solo los titulares, para detenerse, como acostumbraba, casi como quien acude a escuchar el sermón del cura en la misa del domingo, en la columna de opinión del ilustrado académico, abogado de profesión y periodista de oficio. Mientras la noche despuntaba la leyó lentamente digiriendo cada una de las palabras, puntos y comas, a diferencia de otras veces, si bien se sintió aludido, un dejo de satisfacción le inundó cuando leyó la última línea en la que el columnista, a través de la pregunta de “Raymod Aron que solía aconsejar a quienes criticaban el manejo del Estado: ¿Y qué haría yo en su lugar? ”, le conminaba a interrogarse si estando en el lugar del presid
Crónicas, columnas, semblanzas y otras escrituras ideológicamente falsas