Ir al contenido principal

La lección de Talleyrand

 “El hombre con la palabra disfraza sus pensamientos y con la mirada disfraza sus palabras, no confiéis en nada y sobre todo en nadie”, es la lección de política y diplomacia que le entrega a Napoleón Bonaparte un Charles Maurice Talleyrand, interpretado por John Malkovich,  en la escena de la miniserie “Napoleón”, cuando Bonaparte le informa a Talleyrand que lo ratificará como ministro de Relaciones Exteriores de Francia.

Lección que esta semana, más por dar rienda  suelta a sus pasiones, que por ignorancia, no aplicaron ni la Canciller chilena Urrejola, en el bochornoso episodio de la conversación filtrada por error a los medios de comunicación; como tampoco en las declaraciones emitidas por el Presidente Boric durante la cumbre de la Celac, respecto de la actual situación de Perú.

En ambos casos fallaron los filtros, ya sea el de cuidar que nadie divulgue lo hablado, como también el interior que enseña que la diplomacia es el arte de la simulación y las apariencias, hay que cautelar el uso de las palabras para que los vecinos no se molesten o puedan malinterpretarlas.

Tras los hechos se criticó que en Chile las relaciones exteriores estén a cargo de un grupo de novatos, de ser cierto aquello, es de esperar que habrán aprendido la lección y, a futuro, moderarán sus dichos, evitarán los epítetos y como Talleyrand enseña que hay que desconfiar de todos, incluidos los celulares, en el ministerio de RR.EE, debería emitirse una Resolución Exenta donde quede expresa constancia que siguiendo el ejemplo de Italia que prohibió que los niños usen celulares en los colegios, durante  las reuniones de la cancillería, incluso las del café de pausa activa, antes de comenzar los participantes deberán dejar en una caja hermética sus aparatos móviles apagados.

En el caso del Presidente, como señaló que sus opiniones son las mismas que cuando era diputado, nadie le pide que deje de pensar lo mismo que cuando era parlamentario, sino que ahora que es Presidente de Chile, nos representa a todos, al menos no lo verbalice, porque en las relaciones exteriores la hipocresía se aplaude y la sinceridad se pifia.

Lo de ocultar lo que piensa no es algo que deba costarle al mandatario, prueba de ello es que durante este primer año de gobierno en varias ocasiones los dichos del Boric Presidente, discrepan mucho de los del Boric diputado.

Puede ser más útil, entonces, seguir el consejo de Talleyrand, no confiar en nada ni en nadie, menos en esa sombra parlamentaria que al Presidente le debe reprochar a diario no ser más franco.

Comentarios