Puede que me equivoque, pero escuchar en el control de detención cómo el ente persecutor leyó en voz alta, hasta en algunos momentos con cierta emotiva entonación, que uno no sabía si era fiscal o defensora, las declaraciones emitidas por Héctor Llaitul en diferentes escenarios durante estos últimos años, más que estigmatizarlo como un terrorista le hicieron la mejor publicidad. Su discurso para bien o para mal, habla del auténtico revolucionario que es, pertenece a esa generación de cuadros políticos que estaban por la vía armada, que se inició con el MIR y se creyó acabada con el FPMR, a la que hoy Llaitul le incorpora el conocimiento ancestral mapuche, de seguro leyó tanto a Marx, Lenin como Mariátegui. Si un adolescente mapuche desorientado escuchó la formalización, no dudaría un instante en dejar todo de lado y correr a acompañarlo, porque nos guste o no, nadie puede desconocer que como cuadro político militar, Héctor Llaitul es, sin duda, alguna el último de esa tribu de
Crónicas, columnas, semblanzas y otras escrituras ideológicamente falsas