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Mostrando entradas de abril, 2020

Celular y derecho adquirido

Qué pensaría usted si un día cualquiera recibiera una llamada desde el celular de una persona que está cumpliendo una condena en la cárcel, de seguro pensaría que es una pitanza o lo están estafando, pero ello pudiera ser lo normal en las cárceles del futuro, si de verdad nos creemos aquello de que cuando una persona está presa tiene coartada su libertad, pero no por ello su derecho a comunicarse. Si bien hoy en día en las cárceles está permitido que los reos tengan acceso a televisión, radio y, en algunos penales, existe un teléfono público para efectuar llamadas; sin embargo no les está permitido tener acceso a celulares propios, ni tampoco a la internet.  No obstante ello, es frecuente encontrar en los allanamientos equipos móviles escondidos por los reos, que realizan llamadas clandestinas, a pesar de las antenas instaladas por gendarmería para bloquear las señales que, por lo demás, poco y nada funcionan, son casi un gasto inútil, porque cuando son efectivas bloquean has

“Cuando voy al trabajo pienso en ti”

En medio de la pandemia, el instructivo presidencial para el retorno gradual de los empleados públicos a sus funciones puede sonar a una medida inoportuna y un tanto apresurada, más ahora que recién uno se estaba adaptando al trastorno de trabajar en casa y la pantalla Zoom y Cisco webex, hasta se estaba encontrado amigable, luego de semanas de confundirla  con la tele y creer que de repente podía aparecer la Tonka.     Por lo que volver, así de improviso, puede ser peor que la enfermedad; producir no solo confusión, sino una depresión colectiva nacional, ya que recorrer el camino del trabajo a casa puede angustiar. Porque trabajar desde el hogar a todos ha costado, hasta a los profesores, que si bien parte la pega del  maestro se desarrolla en la casa, preparar clases, corregir pruebas y planificar, ahora de manera virtual tienen a 45 alumnos en el living, dormitorio o cocina del hogar y, en muchos casos, su casa tiene menos metros cuadrados que el aula escolar.   Com

Contagio

Estar en casa enclaustrado no es algo que me perturbe, salvo el que sea algo obligado y no por voluntad propia como, en mi caso, ya acostumbraba; sin embargo realizar actividades del  trabajo en esos íntimos espacios que antes eran solo para cosas personales, a veces, me confunde un rato.  Hace unos días pedí salvoconducto para ir al supermercado, fui al Unimarc del populoso sector de la 18 de Septiembre en Punta Arenas, al entrar funcionarios de la Armada pedían la cédula de identidad y el permiso. Una pareja, de unos 60 años cada uno, estaba antes que mí en la fila, como no portaban sus cédulas de identidad, aunque sí el permiso guardado en un archivo pdf del celular, no los dejaban entrar.  -"Pero si andamos con el celular"- argumentaban, porque tal parece que el teléfono móvil  hoy es más que una seña de identidad.  -"Lo siento no van a poder ingresar, porque no tienen el carné de identidad”- mantenía incólume su posición el infante de marina. Aun así, c

Cuarentena

El cementerio está repleto de hombres buenos, solo es cosa de leer las lápidas de las necrópolis para comprobarlo, pareciera que los malos, a diferencia de lo que acontece en las películas, nunca mueren. Como estos días de encierro, no es que vea la vida de otra manera, sino con los mismos ojos, los únicos que tengo por lo demás, pero cuando pase este enclaustrado otoño invernal  -¡Dios no lo permita que sea literal!-  por cierto que habré cambiado, si no me cuido, un poco más gordo, quizás.   Esa nueva primavera chilena que surgirá como del ingenio de Disney, que algunos sueñan les dará la bienvenida tras la cuarentena, me encontrará más parecido al conejo Tambor que a Bambi.   Pero tal como antes, y no porque con la cuarentena se me hiciera un hábito de esos difíciles de quitar, seguiré callado, conversador silencioso, pero igual de odioso y cargado de culpas, trancas y envidias secretas, como el que más; tal vez un poco más huraño que de costumbre, pero será por causa de la

Somos por el rock

“Las cartas que recibo son dementes, dementes en el sentido que depositan en uno que no lo conocen, yo tengo las mismas miserias como cualquiera, soy egoísta como cualquiera, pero depositan en uno que no lo conocen, o en la música, o en la lírica que hace uno, una especie de bálsamo para la parte doliente de sus vidas”.   (Indio Solari) Me dispongo a escribir y coloco play a “Un poco de amor francés” de los Redonditos de Ricota,   la versión del Indio Solari con   “Los fundamentalistas del aire acondicionado” que tocaron en el recital del Estadio de la Ciudad de la Plata del año 2008. Hace año y medio que comencé a escuchar al “Indio”, salvo, esporádicamente, no recuerdo haberlo hecho en su época con los Redondos, es más consideraba un exceso aquello de la cultura ricotera, prefería Seru Giran y a Sumo con Luca Prodán, pero hasta con el rock suelo ser infiel y, un día, se me ocurrió escucharlo. Cuando supe lo del recital en Olavarría le dije a Yislen, mi esposa, que me

El Malo Suplente

El ministro de Salud, Jaime Mañalich, vive su momentum , él mismo dice que siempre se preparó para esto, es que pasar de Malo Suplente a Titular, debe encantar. Porque desde cuando se supo del Covid-19 el ministro Mañalich, estudioso como es, tiene que haber calculado el día y la hora del primer contagio del virus en Chile, y durante el verano dedicarse a convencer al Presidente Sebastián Piñera, dejarlo liderar la crisis sanitaria que se avecinaría, relegando al   mandatario a un segundo lugar. Con ello Mañalich rescató a Piñera, que tras el 18-O caía libre en la aprobación ciudadana, porque desde un principio los ataques se centraron en el ministro de Salud, quien de manera vil, para muchos, pretendía frenar el movimiento social provocando alarma en la población con el único fin de frenar las marchas con su llamado al distanciamiento social y prohibir con ello el derecho a protestar; porque para varios el virus no era más que un natural e invernal resfriado en China y Europa.