Qué
pensaría usted si un día cualquiera recibiera una llamada desde el celular de
una persona que está cumpliendo una condena en la cárcel, de seguro
pensaría que es una pitanza o lo están estafando, pero ello pudiera ser
lo normal en las cárceles del futuro, si de verdad nos creemos aquello de que
cuando una persona está presa tiene coartada su libertad, pero no por ello su
derecho a comunicarse.
Si bien
hoy en día en las cárceles está permitido que los reos tengan acceso a
televisión, radio y, en algunos penales, existe un teléfono público para
efectuar llamadas; sin embargo no les está permitido tener acceso a
celulares propios, ni tampoco a la internet.
No
obstante ello, es frecuente encontrar en los allanamientos equipos móviles
escondidos por los reos, que realizan llamadas clandestinas, a pesar de las
antenas instaladas por gendarmería para bloquear las señales que, por lo demás,
poco y nada funcionan, son casi un gasto inútil, porque cuando son efectivas
bloquean hasta las señales de teléfonos de los propios guardianes.
Pero lo
anterior pudiera cambiar de manera radical luego que durante la pandemia, para
evitar contagios se tuviera que suspender las visitas familiares a los reclusos.
Porque
para contener la angustia y descomprimir en parte la justificada tensión
de las personas recluidas que necesitaban comunicarse e informar, no solo cómo
se encontraban ellos, sino también, conocer el estado de salud de sus
familiares, se les permitió el uso de celulares, evitando realizar
allanamientos para confiscar aparatos y aplicar castigos intrapenitenciarios a
sus dueños, también se efectúan video llamadas supervigiladas por gendarmes.
"Nuestra política respecto al uso de teléfonos celulares por parte
de los internos, que están prohibidos, ha sido distinta. Hemos tácitamente
terminado con esa aplicación de medidas severas para quienes están con
celulares, desde luego no se les hacen allanamientos para buscar celulares, no
se les quitan los celulares, porque entendemos en esta oportunidad que esos
medios contribuyen a mantener la relación de las personas internas con sus
familiares", explicó el Ministro de Justicia, Hernán Larraín.
Si la
innovadora y humanitaria medida dio positivos resultados, ¿sería, entonces, muy arriesgado, o una soberana estupidez,
pensar que en un futuro cercano los reos puedan contar con celular propio? toda
vez que por derecho adquirido, si lo que durante la pandemia se obtuvo y
funcionó, ¿por qué entonces habría después que quitárselo? ¿no sería, acaso,
una injusticia? más todavía si consideramos los beneficios que podría acarrear
el poder tener y hacer uso de un celular, significaría un cambio trascendental
en el cotidiano quehacer penitenciario y contribuiría a sobrellevar la de por
sí solitaria y angustiante vida carcelaria actual.
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