El ministro de Salud, Jaime Mañalich, vive su momentum, él
mismo dice que siempre se preparó para esto, es que pasar de Malo Suplente a
Titular, debe encantar.
Porque desde cuando se
supo del Covid-19 el ministro Mañalich, estudioso como es, tiene que haber
calculado el día y la hora del primer contagio del virus en Chile, y durante el
verano dedicarse a convencer al Presidente Sebastián Piñera, dejarlo liderar la crisis
sanitaria que se avecinaría, relegando al mandatario a un segundo lugar.
Con ello Mañalich
rescató a Piñera, que tras el 18-O caía libre en la aprobación ciudadana, porque
desde un principio los ataques se centraron en el ministro de Salud, quien de manera
vil, para muchos, pretendía frenar el movimiento social provocando alarma en la
población con el único fin de frenar las marchas con su llamado al distanciamiento social y prohibir con ello el derecho
a protestar; porque para varios el virus no era más que un natural e invernal resfriado
en China y Europa.
Tan perverso fue Mañalich
con su amenaza del virus, que hacía recordar las palabras de la buena de Greta: "No quiero que tengas esperanza, quiero que
entres en pánico”.
Cuando la situación sanitaria
se agravó se criticó al diabólico Mañalich
por no decretar cuarentena nacional, ni toque de queda total; luego cuando la cuarentena se decretaba,
contradictoriamente, no pocos de quienes lo acusaban hacían largas colas en
supermercados para acaparar.
Lo más suave que se le
dijo fue “asesino con delantal”, un malo mortal, más preocupado de la economía
que de la humanidad.
De pronto los periodistas
de redes sociales se volvieron expertos
en bio estadística y, como al malo de turno había que desenmascarar, proliferaron
gráficos y tablas de curvas de contagio
comparativos, para contrarrestar los datos truchos que diariamente entregaba el
ministro.
O, también, que la anunciada
compra de respiradores era un invento, por lo que nuestra larga y angosta faja no alcanzaría para enterrar a los muertos por la pandemia.
Más de alguno pensará
que la febril y pérfida mente de Mañalich, pretenderá que los cuerpos, al igual
que la dictadura militar sean desde helicópteros
lanzados al mar, más aún si como él pertenece al grupo de riesgo, aunque fuera condenado no cumplirá su pena en Punta
Peuco, sino en casa.
El encono con Mañalich
es entendible, con su malévola actitud así como privó a varios disfrutar del asalto a La Moneda –que
nunca estuvo más cerca-, ahora quiere privar de vivir el apocalipsis, porque, al día de hoy, la
tasa de muertos por Covid-19 es la más baja de latinoamerica y el tratamiento de
la pandemia en Chile es destacado por la OMS, e incluso por la BBC, ese medio de
comunicación inglés que fue crítico de la gestión del Piñera durante el
estallido social, pero si El Mercurio miente ¿por qué no la BBC?
Por cierto que Mañalich
dio pábulo para ser odiado, criticó a los alcaldes por ir a los matinales,
ironizó con que pensaba que lo acusarían constitucionalmente por comprar muchos
respiradores y, para colmo, este domingo como tipo malo que se precie de tal, señaló
que no teme a nada, ni a la muerte “si me toca, me toca nomás”, ¿puede alguien ser tan
maldito, para decir semejante barbaridad?
Pero Mañalich, ni se inmuta,
como es maligno todavía no se contagia, a
medida que arreciaban los ataques en su contra pareciera que los disfrutara y,
de rebote, aumentaba en las encuestas la aprobación a Piñera.
Pero el hombre propone
y madre natura dispone, ocurrió que el viernes el mandatario se cansó de actuar de
segundón silencioso, le comenzó a molestar la banca y optó por recuperar su puesto
de titular, decidió, entonces sacarse una foto en Plaza Italia, sentado bajo el
monumento al General Baquedano.
“¿Qué puede explicar ese estúpido —no
hay otra manera de calificarlo— acto presidencial?
No hay otra explicación que un
narcisismo cercano a lo maligno —maligno en un sentido psicoanalítico— del Presidente.”, dijo Carlos Peña, en su mercurial columna
dominical que, por cierto, se hizo viral.
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