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Somos por el rock


“Las cartas que recibo son dementes, dementes en el sentido que depositan en uno que no lo conocen, yo tengo las mismas miserias como cualquiera, soy egoísta como cualquiera, pero depositan en uno que no lo conocen, o en la música, o en la lírica que hace uno, una especie de bálsamo para la parte doliente de sus vidas”.  (Indio Solari)

Me dispongo a escribir y coloco play a “Un poco de amor francés” de los Redonditos de Ricota,  la versión del Indio Solari con  “Los fundamentalistas del aire acondicionado” que tocaron en el recital del Estadio de la Ciudad de la Plata del año 2008.

Hace año y medio que comencé a escuchar al “Indio”, salvo, esporádicamente, no recuerdo haberlo hecho en su época con los Redondos, es más consideraba un exceso aquello de la cultura ricotera, prefería Seru Giran y a Sumo con Luca Prodán, pero hasta con el rock suelo ser infiel y, un día, se me ocurrió escucharlo.

Cuando supe lo del recital en Olavarría le dije a Yislen, mi esposa, que me gustaría asistir, considerando que el recital más masivo al que fui fue al de Rata Blanca en el Festival de El Calafate hace uno unos veranos;  volví a manifestarle mis intenciones de ir hace dos semanas “Y por qué no vas,  siempre dices que quieres hacer algo y nunca lo haces”, fue su lacónica respuesta.

Pero  tengo la excusa de que me cuesta salir de casa, no me agradan los aviones, por tierra desde Punta Arenas a Olavarría es un tramo más bien largo y mi gusto por la música de Solari no alcanza para ser un devoto de la “Misa ricotera”, como suelen llamar a los recitales del “Indio”; prefiero dejar conmoverme por su lirica surrealista y acordes musicales en la placidez solitaria de mi escritorio, tal cual hago esta noche.

Facundo Manes en el libro “El Cerebro argentino” se pregunta ¿Qué le hace la música a nuestra vida”, explica que “La música está considerada entre los elementos que causan más placer en la vida, libera dopamina en el cerebro como también lo hacen la comida, el sexo y las drogas”.

En  los estudios de Abbey Road comparan el poder de convocatoria a los recitales del Indio con el de Bob Dylan y Bruce Springsteen. Porque las personan cantan y bailan en todas las culturas “somos los que somos –dice Manes- por la música, ni más ni menos”, seguramente las 300 mil personas que acudieron al recital del Indio en Olavarría, incluidas las dos que fallecieron, “somos lo que somos por el rock, ni más, ni menos”, dirían.  

Como fenómeno musical el rock nació siendo una respuesta contracultural al conservadurismo imperante, de ahí en adelante ha sido per se antisistema, pero, se da la contradicción que sea el mismo sistema el que, a través de la industria cultural musical, le permite al rock masificarse, es como si se validaran mutuamente.

Hay quienes critican a Solari tener una pose contracultural que le depara beneficios económicos, que él sabe explotar muy bien porque se ha hecho millonario; la misma crítica se le hizo en su momento a Los Prisioneros una vez que dejaron de ser una banda de rock punk barrial que sonaba como tarro y que circulaban en casetes mano por mano hasta llegar a convertirse en  un grupo que llenaba estadios y ganaba discos de oro, dejándole a sus integrantes muy buenas ganancias. Ni el “Boss” Springsteen, ni tampoco Dylan, viven en el Bronk y no he escuchado que se les critique por ello.

Al igual como sucede con otros cultores de disciplinas artísticas, en el caso de Solari uno es el personaje, sus composiciones y pose rockera y otra, muy diferente, el hombre de carne y hueso con sus miserias y virtudes. Que sean uno mismo, en el arte, incluido el rock, es muy difícil de encontrar, salvo el legendario “Tanguito” el de los inicios del rock trasandino o el inolvidable Alejandro “Bocha” Sokol”, que integró “Sumo” y después “Las Pelotas”




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