En casa a mis hijas y su madre le gusta salir a pescar, costumbre heredada de sus abuelos, porque lo que es yo prefiero el pueblo o la ciudad, como soy ansioso e impaciente, me aburro luego de esperar que a las truchas, salmones, robalos o pejerreyes, se les ocurra picar. En cambio ellas de niñas tenían sus botas de agua y cañas de pescar, saben lanzar en río, laguna, lago, chorrillo o en el mar. A tanto llega su entusiasmo que cierta vez que fuimos a acampar al Río Serrano, a una de mis hijas se le encomendó llevar todas las cucharas y anzuelos, como mi suegro debía quedarse por un trámite en Natales nos acompañaría al otro día, cuando él llegó al Serrano, preguntó a mi suegra extrañado qué había pasado con las cucharas de la casa, porque quiso tomar desayuno pero no encontró cucharas, resultó que por una crianza estricta mi hija mayor para no desobedecer a Yislen, su madre, se llevó al Serrano las cucharas de pesca y las otras. Por cierto, suelen criticarme que soy aburrido
Crónicas, columnas, semblanzas y otras escrituras ideológicamente falsas