Como pese a mi carácter cambiante, llegó la hora de definirse, fui a ver a mi médico de cabecera, cuando le comenté que no bebo, fumo, ni me drogo, me acuesto con las gallinas y levanto con el canto del gallo, de la alarma del celular claro, me dijo que yo estaba para sacerdote. Pero cuando la dije que a pesar de mi estilo de vida saludable cada vez estoy más encorvado, al paso que voy caminaré tan agachado, que iré por la vida peor que un reptil con la nariz pegada al suelo y le consulté si me daba una interconsulta para el traumatólogo o él mismo me derivaba al kinesiólogo. “Ni lo uno ni lo otro –contestó- lo tuyo son las culpas”. “Tiene razón doctor, esa mochila vaya que es pesada”, dije. Es que soy un persona trasparente y para que no se piense que uno lo sea por pose, cuando estoy con disfrazados, también me disfrazo, pero como casi no sé usarlo, para irme acostumbrando, mejor el disfraz nunca me lo saco e incluso si estoy solo me lo calzo. Pero no es que uno sea irre
Crónicas, columnas, semblanzas y otras escrituras ideológicamente falsas