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Mostrando entradas de febrero, 2020

La hora clave

Como pese a mi carácter cambiante, llegó la hora de definirse, fui a ver a mi médico de cabecera, cuando le comenté que no bebo, fumo, ni me drogo, me acuesto con las gallinas y levanto con el canto del gallo, de la alarma del celular claro, me dijo que yo estaba para sacerdote. Pero cuando la dije que a pesar de mi estilo de vida saludable  cada vez estoy más encorvado, al paso que voy caminaré tan agachado, que iré por la vida peor que un reptil con la nariz pegada al suelo y le consulté si me daba una interconsulta para el traumatólogo o él mismo me derivaba al kinesiólogo. “Ni lo uno ni lo otro –contestó- lo tuyo son las culpas”. “Tiene razón doctor, esa mochila vaya que es pesada”, dije. Es que soy un persona trasparente y para que no se piense que uno lo sea por pose, cuando estoy con disfrazados, también me disfrazo, pero como casi no sé usarlo, para irme acostumbrando, mejor el disfraz nunca me lo saco e incluso si estoy solo me lo calzo. Pero no es que uno sea irre

La rabia

En los tiempos violentos que corren  cuando se discute sobre la violencia, sea esta vandálica o de brutalidad policiaca,  una de las frases que suele escucharse es: “No la justifico, pero la entiendo”, otorgando con ello cierta apariencia de legitimidad a dichas acciones. Algo parecido sucedía hace un tiempo con quienes, no obstante decían   rechazar la violación de los derechos humanos durante la dictadura militar, señalaban que se debía tomar en cuenta las causas y el contexto que llevaron a que se cometieran dichas atrocidades, otorgando con ello cierto invisible barniz permisivo a los actos represivos dictatoriales. De igual modo, hoy en día se dice que saqueos e incendios serían producto de una furibunda ira contenida, hasta un punto comprensible por la desigualdad social que vendría a justificar, incluso, cierta epidemia de piromanía social que recorre el país y que se activa los días viernes, porque los incendios urbanos provocados en el contexto de seudo protestas sociale

Las dos Juanitas

En la columna “La señora Juanita va a rechazar”, publicada en el diario El Mercurio de Santiago, el miércoles 6 de febrero, el ex ministro de Educación Gerardo Varela, explica las razones, por las que, a su juicio, el prototipo virtual de la mujer chilena votará rechazo en el Plebiscito por una nueva Constitución el 26 de abril del presente año.    Nadie duda que el ex ministro Varela, sea un hombre de fe y con buenas intenciones, ya sea por creer que con bingos se arreglarían establecimientos educacionales públicos, como también, contra todo pronóstico, sostener que la señora Juanita y muchas más, votarán rechazo. Pero el ex ministro Varela olvida algo fundamental, no solo que los resultados de todas las encuestas dan amplia mayoría a la opción apruebo, sino que, si hay alguien en este país que conoce a la señora Juanita, esa persona es Joaquín Lavín, de hecho, fue él quien la sacó del anonimato, la llevó al discurso político e instaló su imagen en referente del sentido común y

"No te quedes en el pasado, nena"

Es un tanto normal que cuando uno es viejo, la mente se vuelva más lenta, la lectura trabajosa demore un poco entender ciertas reglas, cuesta que nuevas ideas toquen nuestra cabeza, nuestros pasos se tornen cansinos y aunque uno se levante temprano se puede llegar a las citas atrasado, cuando ya todos se fueron o cerraron las puertas; para no quedar mal enviar una nota del geriatra sirve para justificar. Lo  insólito es que ser joven no sea sinónimo de tener ideas innovadoras y revolucionarias o de vivir a todo evento adelantando y de prisa; pero algo por el estilo le sucede a ciertos parlamentarios de esa juvenil y jovial orgánica que es el Frente Amplio, tanto porque llegaron tarde al  Tribunal Constitucional a  presentar un recurso de inconstitucionalidad de la Ley Antisaqueos y el tribunal lo declaró inadmisible por ser presentando fuera de plazo; sino también porque hace unos días anunciaron con pitos, challas y serpentinas un proyecto de ley para fijar el monto de dinero