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Mostrando entradas de noviembre, 2019

El disfraz del profe

Debo estar muy confundido, porque encontré patético y visualmente demagógico que el presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, fuera a reunirse con el ministro del Interior Gonzalo Blumel en La Moneda, luciendo un llamativo parche blanco en el ojo. Aunque si bien el dirigente del gremio del magisterio dijo que ello era simbólico de las personas que en medio de las protestas   sociales han perdido la visión, el disfraz no deja de generar distorsión y contribuir a caricaturizar el quehacer político.  Porque después de la performance de   Aguilar no faltará el desubicado que querrá ir encapuchado, pero la capucha solo le sentaba bien al Subcomandante Marcos, que la complementaba con una seductora y casi poética retórica ilustrada que, hasta cierto punto, sonaba bonito.

Rebeldía innata

Los hechos dan la razón no hay duda que todo fue planificado, y no por el trotskista hijo del compañero Tótoro, precisamente, sino por una mano proveniente de otros sectores, ya que después de un mes del desmadre y desborde social con  vandalismo, destrozos y desmanes,  lo más lógico era que "Desbordes", fuera el único político beneficiado.   La presencia de Nicolás Cogler, en la marcha del lunes en Punta Arenas, encapuchado y portando una bandera negra, golpeó fuerte en la comunidad magallánica. Ello, porque Cogler, juvenil promesa regional de Renovación Nacional, hasta febrero del presente año fue Gobernador de Magallanes en el actual Gobierno del Presidente Piñera. Con lo del lunes hubo, como es costumbre, febriles comentarios por redes sociales acerca de que Nicolás estaba enfermo del coco, uno nunca sabe; otros insinuaron, apresuradamente, y sin mayor rigor científico, que Cogler   era un nuevo tipo de converso y echaba por tierra la  teoría aquella de que es m

Inconsecuencia política

Las protestas sociales dejan claro un enérgico rechazo a los políticos, la calle los denuncia por su  inconsecuencia política, pero, por lo visto, después de un mes de movilizaciones, violencia y violaciones a los derechos humanos los políticos pareciera que no aprendieron nada. Porque los que el histórico plebiscito del 5 de octubre del año 1988 llamaron a votar Sí, ahora resulta  que para el plebiscito de abril de 2020 llaman a votar No, y los que votaron No, llaman a votar Sí. Muchos de los que hoy protestan recordarán que una de las primeras y valiosas enseñanzas que se recibe en el núcleo familiar es que uno debe ser consecuente e ir por la vida con una sola línea y cuando se dice Sí es para siempre  y cuando  se dice No, es ¡No, nomás!    

Doble opuesto

Aunque no sea políticamente correcto decirlo, más aún ante los recientes sucesos, las constituciones no las redacta la calle, por más vociferante que esta sea, saldrían una infinidad de disparates. A mí, por ejemplo, me gustaría que la nueva Constitución además de consignar que nuestro país es pluriétnico, pluricultural, plurinacional y plurilingüe explicitara, también, que como Colo Colo es Chile, el Estado debe ser colocolino, un texto así quedaría un mamotreto indescifrable, peor que escrito judicial.   Con la futura Carta Magna pasará igual, siempre es un grupo privilegiado de escribas monásticos que se preparan toda una vida para ello y conocen al detalle los secretos de la escritura y técnica constitucional, algunos lo logran, otros, en su mayoría, fallecen en el intento sin lograr su cometido.  Si la Constitución del 80 la escribió Jaime Guzmán, la del siglo XXI la redactará Fernando Atria, ya que  si uno mira con detalle, no se puede negar que Atria es como el doble opues

¡Guau, Guau Milú!

El cronista mexicano Carlos Monsiváis, vivía y escribía rodeado de gatos, los llamaba Nonoalco, Carmelita Romero, Evasiva, Nana Nina Ricci, Chocorrol, Posmoderna, Fetiche de peluche, Fray Gatolomé de las bardas, Monja desmatecada, Mito genial, Ansia de militancia, Miau Tse Tung, Miss oginia, Miss antropía, Caso omiso, Zulema Maraima, Voto de castidad, Catzinger, Peligro para México, Copelas o maullas .   Se cuenta que cuando murió tenía en su estómago un ovillo de pelos felinos, vaya uno a saber si fue verdad. Guardando las proporciones yo también tuve un gato, fue en Temuco, en mi casa de calle Bérgamo cercana al Río Cautín, era los años de la película “El lado Oscuro del corazón”, que dio a conocer al poeta argentino Oliverio Girondo, tal   era el nombre de mi gato, no por Oliver Twist y,   por cierto, muy apropiado para llamar a un gato. Oliverio vino desde Santiago, lo trajo mi hijo Leonardo cuando con su madre regresaron a Temuco, fue a verme y llegó con él en brazos. Estuvo