A raíz del caso de la Fundación Democracia Viva, cuyos miembros son de la coalición gobernante, el presidente Boric dijo “no pongo las manos al fuego por nadie”, advertencia que en boca del mandatario suena como reconocimiento que en las relaciones humanas prima la desconfianza, ni qué decir en política: “Tú también Brutus, hijo mío”, se cuenta que dijo Julio César cuando lo apuñalaban; por un puñado de monedas Judas vendió a Jesús o “No confíe en nadie ni en su propia sombra”, fue el consejo que Talleyrand dio a Napoleón. Será entonces que para nuestro jefe de estado la ingenua fraternidad universitaria que caracterizó al Frente Amplio, no es ya más que una ilusión. Desconfiará tanto de su grupo más cercano, como de los lejanos; acaso no pondría las manos al fuego ni siquiera por el diputado Winter, su fiel escudero, que ve en Boric a un estadista místico, mesiánico. Si bien es lógico que desconfíe de sus opositores ¿ahora lo hará también de sus adherentes? ¿Ya no creerá ni que
Crónicas, columnas, semblanzas y otras escrituras ideológicamente falsas