En su habitual columna quincenal en El Mercurio, bajo el título El Invierno de los niños, don Cristian Warnken, señala: "El miércoles pasado, 21 de junio, comenzó oficialmente el invierno. Las noches serán más largas, los árboles se irán hacia adentro a guardar energía y todo invita a una larga y honda introspección".
Dichas líneas que, si
bien poéticamente pueden ser inspiradoras, contienen un grave error conceptual,
porque el solsticio de invierno del 21 de junio, que dio inicio a la
más fría y húmeda estación del año, fue también el día con la noche más
larga, de ahí en adelante la noche comienza a retroceder hasta llegar al 22 de
diciembre, el solsticio de verano, día con la noche más corta.
De lo contrario, qué
sentido tiene que en Magallanes el 21 de junio se celebre la noche más larga
del año, pero no solo en Punta Arenas, sino también un sinnúmero de cofradías
paganas, por todo el hemisferio sur, conmemoran el simbólico acontecimiento; en
tanto en el hemisferio norte, celebran lo contrario, el día más largo del año.
No quiero decir con
esto que la columna del profesor Warnken, sea un caso paradigmático para
censurar en una futura y oscura Comisión Asesora contra la Desinformación, solo
busco contribuir a que los alumnos no queden a la suerte de la “intemperie
cultural”, que él con tanto fervor poético denuncia.
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