Off the record

El celular se ha vuelto una extensión de nuestro ser,  no podemos vivir sin él, pero perdió su finalidad primera de comunicar y sentirnos cerca de los demás, porque hoy es un arma peligrosa, casi un arma blanca o de fuego, no solo porque conducir y hablar por celular esté prohibido o su uso esté restringido en las cárceles, porque con este se puede estafar o chantajear, sino también porque, lo que en el mundo político sustituyó con mucho éxito al megáfono para propagar ideas y generar masivas adhesiones, hoy se ha vuelto un arma mortal. Un opositor político con un celular en la mano puede registrar palabras inadecuadas o filmar una escena indecorosa de su rival, difundirla por redes sociales y asesinar la imagen de su oponente.

Todos los políticos están a diario a merced del celular de  seudos periodistas de WhatsApp, Twitter, Facebook o Instagram,  ya no es necesario usar el off the record, esa querida práctica usada por los periodistas, en que un testigo de oídas, una fuente anónima, divulgaba una información sabrosa para los medios, hoy la grabación se difunde al instante por redes sociales, nadie se cuestiona si fue con o sin autorización de quién o de dónde emanó dicha información.

El caso más reciente es la filtración de la conversación del presidente Boric, con los parlamentarios de la zona Sur, para evitar aquello se prohibirá el uso del celular en futuras reuniones presidenciales, aunque no faltará el parlamentario con complejo de James Bond que se las ingeniará para  llevar una minigrabadora en el lápiz, colleras o una cámara en los anteojos.

En el futuro no será necesario usar artilugios, como seremos mitad humanos, mitad maquinas, nuestros ojos serán cámaras y nuestros oídos grabadoras, cuyos registros podremos enviar directamente a quien queramos.  

Pero como para eso falta bastante, al diputado Mellado, en lugar de desoír la advertencia de no grabar la conversación presidencial, solo le bastaba  consultar a  ChatGPT, tanto el registro de audio, como el contenido mismo, sería copia fiel del  original, mejor incluso que la imitación del presidente Boric, hace el humorista Kramer.