En la política, como en la vida, se debe convivir con personas de un supuesto carácter irreductible, para quienes es insoportable que al adversario se le ocurra cambiar, hace perder el foco del ataque, porque todo cambio descoloca tanto al que cambia, como al que lo cuestiona, al primero porque su yo interior suele decirle al oído cómo se te ocurrió hacer tamaña barbaridad, mientras que al segundo porque no sabe cómo contrarrestar, salvo decir que el cambio del otro es artificial. Pero, en política nadie es completamente fiel a sus ideas, lo vimos recientemente con el retiro del 10% de los fondos de AFP que significó que hasta los marxistas chilenos, si todavía queda alguno, reconocieran el derecho de propiedad. Joaquín Lavín, peor que si cometiera pecado venial, aunque para algunos lo fue, dijo que hoy en día se veía socialdemócrata, o sea más cercano a la Merkel que a José María Aznar, que antaño en la UDI era muy popular. Las críticas proliferaron, aunque lo de Lavín
Crónicas, columnas, semblanzas y otras escrituras ideológicamente falsas