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El sol sale para todos


En la política, como en la vida, se debe convivir con personas de un supuesto carácter irreductible, para quienes es insoportable que al adversario se le ocurra cambiar, hace perder el foco del ataque, porque todo cambio descoloca tanto al que cambia, como al que lo cuestiona, al primero porque su yo interior suele decirle al oído cómo se te ocurrió hacer tamaña barbaridad, mientras que al segundo porque no sabe cómo contrarrestar,  salvo decir que el cambio del otro es artificial.
Pero, en política nadie es completamente fiel a sus ideas, lo vimos recientemente con el  retiro del 10% de los fondos de AFP que significó que hasta los marxistas chilenos, si todavía queda alguno, reconocieran el derecho  de propiedad.
Joaquín Lavín, peor que si cometiera pecado venial, aunque para algunos lo fue, dijo que hoy en día se veía  socialdemócrata, o sea más cercano a la Merkel que a José María Aznar, que antaño en la UDI era muy popular.
Las críticas proliferaron, aunque lo de Lavín era casi natural porque la Merkel, es una líder de centro derecha mundial, pero al escuchar que la admire, a varios suena como si fuera poco menos que Rosa de Luxemburgo.
Lavín, debe estar atribulado, lo atacan partidarios y detractores, se le caracterizó de oportunista, mismo adjetivo que semanas antes se utilizó para el diputado Boric, cuando se mostró a favor  de la reducción de parlamentarios.
Aunque en el juego de poder, la política lo es, el oportunismo ha sido es y será fundamental, más aun aún hoy que las  ideas corren de prisa, tanto que se debe evitar que otro llegue a ocupar mi lugar, como también que su tuit se viralice antes que el mío. Si hasta  el elector debe ser oportuno, claro está, que para ir a votar.
Pero como se suele ver la  viga en el ojo ajeno, lo que es oportunismo en uno, en el otro se llamará sentido común, consecuencia política, escuchar el llamado de la selva, perdón de la calle, aunque en el pavimento citadino también circulan gorilas y otras bestias salvajes.
Joaquín Lavin -no porque seamos amigos ni porque alguna vez un bots suyo me contestó un correo, aunque después nunca más me respondió- es un tipo de buenas intenciones, un poco locuaz, pero sincero, en la medida de lo que permite la acción política.
No es ser patudo sugerirle, entonces, que si la política es dura y proliferan los tipos mala leche, el antídoto para no amargarse es no hacerse mala sangre.
Ahora bien, si resulta que abrazó la socialdemocracia, bienvenido sea, él, como cristiano devoto, sabe que “el sol sale para todos”.

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