Escritos de un Decrépito Burgués

  El nadaismo fue el más irreverente movimiento literario colombiano, fundado en los años 60 por el poeta Gonzalo Arango, El profeta de la nueva oscuridad.   Estaban en contra del ambiente cultural establecido, la academia, política, iglesia y tradición colombiana. Escribían manifiestos, realizaban actos públicos y una que otra dinamita por ahí; además, por cierto, de organizar festivales y concursos donde se premiaban entre ellos “Somos locos, geniales y peligrosos”, era una de sus máximas preferidas. El Presidente argentino, Javier Milei, estuvo en República Checa, donde fue premiado por un instituto afín a sus ideas, uno más que recibe de sus amigos europeos. Como la falsa modestia, no es algo que el Presidente Milei cultive, no solo por ser argentino, precisamente, al recibir el galardón expresó "estamos reescribiendo gran parte de la teoría económica" y agregó “Si sale bien, probablemente me den el Nobel de Economía”, no señaló que pasará en Argentina en caso que le

  A las 03:25 de la madrugada del 2 de mayo, con una pierna menos y varios hijos desparramados por el país, falleció el padre. Por la única carta que le envío a su madre, supo que alguna vez había sido dirigente sindical de una textil en Santiago en los años 80. Fue, el único recuerdo agradable que ella atesoraba de él, no la carta sino el que haya sido dirigente. Pensó que hubiese sido bueno que se muriera un 1 de mayo, justo el Día del Trabajo, quizás si hasta él se hubiese sentido orgulloso. El día antes le avisaron de que agonizaba, su cuerpo no respondía bien a la amputación. De mañana, camino al trabajo, llamó por celular a la mujer del padre para ver como seguía, ahí le informaron del deceso. Agradeció la gentileza de que le encomendaran avisar al tío y a la tía, lo hizo y fue extraño, era lo más cercano en la vida que sentía ser parte de esa familia. Llamó a su mujer para que pusiera una nota cronológica en el diario en su nombre y el de sus hijas. Llegó al trabajo, pre

Gracias al lenguaje, origen de las humanidades, don Sebastián Edwards, profesor de la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles) puede analizar la economía, dar cátedra, redactar artículos, informes o "papers" como ahora se gusta llamarlos; también columnas en los diarios, además, por cierto, emitir sus opiniones, entre estas últimas su desdeño a las humanidades. Si de verdad él cree que las humanidades no sirven para nada, ¿a qué viene el afán suyo de incursionar en la novela de ficción? Su espíritu economicista, no se preguntará que es perder tiempo y dinero. ¿O, acaso, en lo más recóndito de su ser, incube en secreto un humanista sueño californiano, ser reconocido como buen novelista, más que un experimentado y frío tecnócrata?