El sabado 7 de marzo mientras
en Chile al Coronavirus nadie hacía caso y se preparaba una colectiva y apretujada marcha por el 8M, en Buenos Aires, Argentina, contra todo pronóstico Boca Juniors se titulaba
campeón de la Súperliga de fútbol argentino, arrebatando el título a su archirrival
River Plate, que hasta la última fecha marchaba arriba de los xeneixes.
La nueva estrella para los bosteros, tuvo un sabor especial para
Gustavo Alfaro, que a siete fechas de finalizar
el campeonato había sido despedido como entrenador de los boquenses, asumiendo
en su lugar Miguel Ángel Russo, quien tras el pitazo final que coronó a Boca, dijo
una sincera frase que lo enaltece.
“Tengo que
reconocer que esto también es parte de Alfaro y el cuerpo técnico anterior, es
injusto decir que es todo mío”, señaló Russo.
Este sábado el Presidente Sebastián Piñera, sacó al ministro de Salud, Jaime
Mañalich y puso en su lugar a Enrique París, al mando de la cartera. El cambio más que una nueva cara para enfrentar la pandemia, es visto como el requisito primordial impuesto por
la oposición para firmar un acuerdo económico y social para enfrentar el presente y el futuro post pandemia.
En tiempos borrascosos,
ya sea dioses, demonios o redes sociales exigen sacrificios, lo fue Chadwick
para el 18-O y lo es Mañalich para el Covid-19, pero, a diferencia
de Chadwick, Jaime Mañalich, de un rigor, carácter, habla y soberbia intelectual, digna de elogio, tuvo la
grandeza republicana de personificar a propósito todo lo bueno, pero, también
lo malo en el combate de la pandemia, relegando al Presidente Piñera a un cómodo
segundo lugar y evitar con ello que se deteriore aún más la figura presidencial.
Es posible que algunos, guardando las obligadas
distancias sociales, disfruten la caída de Mañalich, tanto como de manera íntima
pareciera que disfrutaran el aumento diario
de contagios y muertos que deja la peste.
Como también que cierta exquisita
izquierdosa vinosa -del Gran Reserva orgánico Carmenere embotelllado 750 ml, es
de rotos tomar del Bola 8 en caja- esté hoy, de manera virtual, por cierto, no
son irresponsables, descorchando champaña, como presagio de lo que vendrá.
Pero es de mala suerte el festejo
anticipado, bien lo saben no solo los hinchas de la Católica, sino la propia
oposición que después del 18 de octubre soñó tomar el cielo por asalto, pero
como esa canción de Attaque 77 que muchos de los jóvenes políticos conocen, la dura
y cruel lección política que dejará la pandemia es que “El cielo puede esperar”, todavía falta el
pitazo final de las presidenciales del próximo año y si después de la crisis de
octubre y luego con los estragos del Coronavirus, Piñera traspasa la banda
presidencial a un cercano a su sector político, el espumante, serpentinas y
challas habrá que guardarlo quizás hasta cuántos años más, porque una derrota con tales
condiciones favorables, sería estrepitosa, peor que la derrota que hoy sufrió
Mañalich. Aunque puede que la oposición sepa aquello y es natural que disfruten
antes, si acaso llorarán después.
Si bien Mañalich y Paris se respetan mutuamente, su
relación no ha estado exenta de controversias, como cuando el año 2013, a raíz de
la movilización de Quellón por la muerte
de un paciente del hospital la población protestó por una mala gestión
médica; Paris, que aunque aparenta empatía y suavidad es
igual de rudo que Mañalich, en ese momento era presidente del
Colegio Médico y trató
de populista y populachero al entonces Ministro de Salud, acusándolo de reunirse con el pueblo de Quellón, antes que
con los miembros del colegio de la orden, “Así
gobiernan, levantando a la chusma contra los médicos” fueron más o menos, los dichos
del doctor Paris.
Mañalich
respondió que sí era populista, un ministro populista, que estaba por el partido
de los enfermos, de la gente y que se reunió con los pobladores de Quellón porque
eran ellos los que estaban afectados.
Pero esa vieja rencilla entre ambos de
seguro está olvidada, solo para anecdotario de febriles mentes cizañeras en una junta de médicos.
Por la defensa corporativa, que hasta antes de la peste caracterizaba a los galenos, cuando escampe el coronavirus y con fría distancia se analicen los resultados sanitarios del país si, a diferencia de lo que pasó en varios países desarrollados, acaso el sistema de salud chileno resiste, como el ministro Enrique Paris manifestó que su ministerio será de continuidad, al igual que el DT Miguel Ángel Russo podrá decir:“Tengo que reconocer que esto también es parte de Mañalich y el cuerpo técnico anterior, es injusto decir que es todo mío”, pero lo singular de la frase es su plasticidad, porque podrá decir lo mismo si acaso el sistema de salud colapsa.
Por la defensa corporativa, que hasta antes de la peste caracterizaba a los galenos, cuando escampe el coronavirus y con fría distancia se analicen los resultados sanitarios del país si, a diferencia de lo que pasó en varios países desarrollados, acaso el sistema de salud chileno resiste, como el ministro Enrique Paris manifestó que su ministerio será de continuidad, al igual que el DT Miguel Ángel Russo podrá decir:“Tengo que reconocer que esto también es parte de Mañalich y el cuerpo técnico anterior, es injusto decir que es todo mío”, pero lo singular de la frase es su plasticidad, porque podrá decir lo mismo si acaso el sistema de salud colapsa.
Cierto, entre bueyes no hay cornadas, pero alguien deberá pagar por este desastre.
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