"¡No me provoqués!"

Confieso que para la Copa América en Chile, luego del partido Chile versus Uruguay, me vi como todo hincha con el pecho inflado, tanto es así que me encontré en la calle Ovejero con Isabel, una conocida de nacionalidad uruguaya, afincada en Punta Arenas.

La saludé de manera muy cortés y le dije que Uruguay era un gran país, su carne era exquisita, una buena educación, país eurocentrista total y se dice que inventaron la socialdemocracia, al notar como le complacían mis palabras, agregué que los uruguayos tenía un solo problema: eran muy malos para el futbol.

"Pero ¡qué malo que sos!, te gusta provocar, ¡no me provoqués!", me contestó riendo.

El ex presidente Pepe Mujica, dijo que  no quiere que su país sea como Chile, porque la educación en Chile es cara, además Chile cometió una injusticia con los mapuches y no le han devuelto las tierras que les robaron.

Me acordé de mi conversación con la uruguaya, porque “¡Mujica, qué malo que sos!, te gusta provocar, ¡no me provoqués!”.

De todos los países del Cono Sur, Uruguay, sería el único que tiene solucionado el conflicto indígena. Al parecer en Uruguay no hay  indígenas, porque a los que había los aniquilaron, entre ellos los charrúas, que no es la selección de futbol, precisamente, quienes fueron exterminados y para lavar en parte su pecado, los uruguayos buscan creerse eso que la garra charrúa perdura en los deportes; porque a los verdaderos indígenas los mataron, tanto es así que sus escasos descendientes, hoy sienten que la sociedad los rechaza y tienen demandado por genocidio al Estado uruguayo.

Aunque pensamos que Uruguay, un país pequeño de un poco más de 3 millones de habitantes, debe ser una taza de leche, lo cierto es que según un informe del Instituto de Investigación de Política Criminal (ICRP, por sus siglas en Inglés) difundido por la BBC, arroja que Uruguay tiene la sexta tasa de presos por cada cien mil habitantes más alta de latinoamérica, la cifra es de 321, mientras Chile tiene 223. A  nivel mundial Uruguay ocupa el lugar 27 y Chile el 55.

Pero todas las comparaciones son odiosas, sobre todo si no se tiene un espejo a la mano, con los recientes fracasos de la selección chilena aprendí que es preferible no provocar.