Para quienes la lucha contra el delito debe ser inmisericorde y despiadada, no deben ver con buenos ojos que la Primera Comisaría de Carabineros de Punta Arenas, esté próxima a inaugurar cinco nuevos calabozos con un alto estándar de protección y dignidad para las personas que allí sean detenidas, a la espera de su control de detención y posterior formalización en el Tribunal de Garantía.
No
comprenderán por qué se gastan recursos públicos en garantías y respeto de los
derechos de los detenidos, como ser estos modernos calabozos segregados por género,
calefaccionados, higiénicos y con medidas de seguridad y vigilancia tanto para proteger
la integridad de los detenidos, como del personal policial.
Deben
creer que la comodidad y confort de estos calabozos, serán superiores a la que
la delincuencia tiene en sus propios hogares y pueden constituirse en un incentivo
perverso para volver a delinquir. Sostendrán que en lugar de que carabineros
provoque un efecto disuasivo en la población, ocurrirá lo contrario, un efecto persuasivo
para cometer delitos.
Pero,
como Nicanor Parra decía “Mucho se habla
de derechos humanos/Poco/Nada casi sobre Deberes humanos/ Primer deber humano/Respetar
los derechos humanos”, nunca está demás atender a Parra.
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