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Comisión de servicio

 Ayer llegué a Natales, enviado por la jefa de hogar, en comisión de servicio doméstico, sin viático, por cierto, para acompañar a su padre de 87 años, porque a su mamá la operaron hoy de cataratas en Punta Arenas y la jefa debe estar con ella.

Don Néstor, o el ogro como suelo llamarlo con cariño, lo primero que me dijo después de decir ¡Hola! fue:

-“Ahora la Yiye (su hija y mi señora) ordena dos casas, si yo me arreglo lo más bien solo”-

Una forma sutil de decirme “¿a qué viniste, no era necesario, yo me arreglo lo más bien solo?”.

Hoy, a mediodía, para intentar caerle bien y sepa el buen yerno que soy,  le dije que iría a comprar almuerzo y si prefería salmón o milanesa. Me contestó “no, no, compra para ti nomas, yo me haré un tarro de garbanzos que tengo ahí”.

Respiré profundo -“¡Ay Dios! lo que uno tiene que soportar”-exclamé para mis adentros, pero como recordé  que me previnieron de no hacer caso si decía algo que me molestara

 “¿Lo habrá dicho para que me sienta mal o se habrá vuelto vegano?”, me pregunté.

 

 Le acabo de decir que mañana retorna su señora con su hija y yo me vuelvo a Punta Arenas

-¿A qué hora? me preguntó

-A las 13-respondí. Aunque si por mi fuera, me hubiese vuelto ahora mismo, pero no compré pasajes y el ultimo bus ya partió.

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