Muchos no se explican cómo los chilenos cambian de opinión tan rápidamente y, si hace solo unos años el Presidente Piñera era no uno de los peores, sino el peor presidente en la historia de Chile, hoy, al momento de su muerte, la ciudadanía lo considera de los mejores.
Una primera aproximación para entender dicho fenómeno está en el
refrán “no hay muerto malo”, cuando fallece una persona se recuerda las cosas
buenas, en lugar de las malas, tanto por respeto a los deudos como porque
cuando a uno mismo lo venga a buscar la Parca, quisiéramos nos recuerden del
mismo modo.
Pero es en Nicolás Maquiavelo y
su libro El Príncipe, donde podemos encontrar otra explicación, en el capítulo
21 "Cómo debe conducirse un príncipe para ser amado", Maquiavelo
señala: "Nada granjea más estimación a un príncipe que las grandes
empresas y las acciones raras y maravillosas".
Sebastián Piñera, ya sea por
intuición, formación o lectura de Maquiavelo, sabía de aquello y, de hecho, lo
practicó, como gobernante durante dos periodos sus grandes empresas fueron
la reconstrucción post terremoto del 2010 y enfrentar la pandemia del Covid, entre las acciones raras y maravillosas, están el rescate de los mineros y, si
se quiere, el matrimonio igualitario.
"¿Y dónde encaja, esa ficticia guerra civil que
durante el estallido social libró?", preguntarán sus enconados
adversarios, de eso, mejor no recordarlo y no es por pasar de demasiado
respetuoso, pacifista o conciliador, sino porque esa guerra, si bien ficticia, para
el país estragos causó, aunque perdió varias batallas, con el correr del
tiempo, al final de cuentas, el príncipe, parece, que la ganó.
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