Aunque este lunes amaneció nublado en Buenos Aires, para una gran mayoría de los bonaerenses y del resto de Argentina “Hoy es un lindo día, un día peronista”, singular dicho con que los argentinos se refieren a los días que el sol inca Inti de la celeste y blanca brilla sonriente en el país y simboliza la fuerza política y electoral que es el movimiento peronista, con mayor razón este lunes luego del triunfo inesperado del candidato del peronismo Sergio Massa, en la primera vuelta presidencial trasandina.
Si
de zoología política se tratara, Massa sería un camaleón, que cambia de color según
la ocasión y que en política se les suele tildar de oportunistas, en su adolescencia política coqueteó con el liberalismo de centro derecha en la Unión
de Centro Democrático de Álvaro Alsogaray, ingresó al peronismo de la mano de Menem,
estuvo con Néstor Kirchner, catalogó de ñoquis a La Cámpora y es el actual ministro
el Economía del Presidente peronista, Alberto Fernandez, en un país con una economía
estancada, altos índices de pobreza e inflación
por las nubes.
Su
contendor, Javier Milei, se dice libertario, se llama a sí mismo El León, pero ayer
no rugió como después de las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y
Obligatorias), más bien maulló, moderó
completamente su discurso, llamó a hacer tabula rasa y dejar los epítetos e
improperios que profirió a diestra y siniestra
en el pasado, faltó poco que dijera que es un católico devoto y lo primero que
hará si es elegido presidente será peregrinar al Vaticano para confesarse con el
Papa Francisco, pedir indulgencia y el perdón de sus pecados; porque si acaso a
Patricia Bullrich la trató de “montonera asesina” y al Papa Francisco de “imbécil
y “zurdo”, se trató de “Nada personal”,
como la canción de Soda.
Todo
con el fin de conseguir los votos necesarios para ganar la segunda vuelta,
razón tenía la candidata de izquierda Myriam Bregman quien catalogó a Milei no
como un león, sino como un gatito mimoso que busca el apoyo de los poderosos.
Sucede
que como a la motosierra de Milei se le acabó la nafta, la carrera para llegar
a La Casa Rosada no termina, debe correr a suplicar los votos de la casta, entre
estos del gato Macri, que, en el acto de ayer tras la derrota de Juntos por el
Cambio, era un gato amurrado.
La
izquierda argentina, los zurdos, como se les llama, una vez más tuvieron un
paupérrimo desempeño electoral, Bregman no alcanzó a sumar un 4 por ciento de
los votos, como si para los argentinos le bastara con que el Che Guevara fuera
argentino, un póster o para chapitas, gorritas y remeras, porque si de votar se trata “Ni
yankis, ni marxistas, ¡peronistas!”
Muy re bueeeeeno
ResponderEliminar👍muy buen análisis ⭐️
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