Ser joven tiene sus ventajas, se vive el presente, uno cree que lo sabe todo, se ve a sí mismo mejor que los demás y, por cierto, con un sentimiento de inmortalidad, aunque ello en ocasiones nos lleve a cometer errores de principiante que, cuando se es viejo, no se cometerán.
Alguien, con cierta razón, podría justificar que la juventud le
jugó en contra a los chicos de Revolución Democrática, vinculados a las platas
del caso Convenios, les habría pasado bien por ser novatos en la administración
del Estado, aunque no así en la política, o por haber cometido un simple error, del tipo
que un leguleyo llamaría de prohibición y que, cuando pasen los años, estén más
viejos y vuelvan a gobernar, de seguro corregirán, a qué viene, entonces, tanto
alboroto ¿valdría la pena juzgarlos más?
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