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Tom Wilson

Hoy 9 de julio está de cumpleaños Tom Hanks, con varios Óscar a mejor actor en su carrera, hay quienes dicen que debió haber ganado también uno por su actuación  de un Robinson Crusoe moderno en la película El Náufrago.

No comparto esa opinión, porque, sin querer dármelas de crítico de cine, un Ascanio Cavallo, Antonio Martínez, Enrique Eilers o Guillermo Muñoz, aunque confieso tener una pobre cultura de apreciación cinematográfica, para mí, en esa película, quien  merecía el Óscar a mejor actor de reparto era, sin duda alguna, Wilson. Pero los discriminadores de la academia no se atrevieron, quizás temían que se dijera que el director no quería a Wilson en el elenco original del film y fue presionado por los productores para incluirlo, como una de las condiciones de la empresa familiar de Wilson para solventar, en parte, económicamente la producción del film.

Wilson, con su soberbia actuación, sin decir una sola línea, les calló la boca a todos, ¿quién no se conmovió al ver como la lluvia torrencial desdibujaba su rostro? ¿o cuando  se cayó de la balsa para desaparecer en el océano? Tanto es así que al recordar la película siempre nos viene la imagen del Robinson de Hanks y, por supuesto, del querido Wilson.

Por solidaridad inanimada Chat GPT, debería enmendar el error cometido por los miembros de la academia y colocar en el primer lugar a Wilson en la lista de quienes merecían un Oscar y no lo recibieron; sobre todo si son pocos los que pueden en el cine interpretarse a sí mismos y tener éxito.

Pero no solo en la pantalla, sino también en la vida real, donde  para interpretar nuestro papel en la comedia humana, ya sea para ocultar lo que somos o porque no estamos contentos con nosotros mismos, solemos poner caras, usar caretas.  


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