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Defensa del ministro Avila

 Como hasta donde yo sé, no hay una fundación Pro bono, cuyos abogados altruistas dediquen parte de su tiempo a defender gratuitamente a ministros de las acusaciones constitucionales, consulté a varios abogados ¿Cuánto estará cobrando el destacado abogado Francisco Cox, al ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, por defenderlo ante el parlamento en la acusación constitucional en su contra?

Por supuesto ningún jurisconsulto me contestó, parece que es de mal gusto y contrario a la solidaridad y probidad gremial referirse a las tarifas que cobran sus colegas, casi un secreto de Estado, so pena de ser pasado ante el tribunal de ética del Colegio profesional.

Lo más probable es que la acusación constitucional será rechazada y el ministro Ávila se muestre con una sonrisa satisfactoria al final del día, pero en la intimidad de su hogar,  como el costo de su abogado defensor recae no en las rentas generales de las arcas fiscales, sino en sus rentas particulares o sea en el bolsillo del modesto profesor de Estado, la sonrisa se le esfumara pronto cuando se dé cuenta que  quedó encalillado, y si bien el sueldo de ministro acaso le sirvió para adelantar el pago de créditos de consumo, pensará, seriamente, pedir uno más.

Y eso que el ministro Avila es una persona de gustos sencillos, cosa de ver su ropero, usa a menudo un tradicional vestón entre celeste y turquesa, liquidación de temporada en el retail, en contraposición a las exclusivas corbatas de seda del ministro Marcel.

Para que algo así no vuelva  a ocurrir, como también para evitar que se presenten acusaciones constitucionales sin mayor fundamento, el proceso de las acusaciones constitucionales debería incluir una norma que señale, expresamente, que en caso de rechazarse la acusación constitucional los parlamentarios acusadores serán condenados al pago de costas de los abogados defensores.

 

 

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