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El tobogán presidencial

La madurez conlleva obligaciones, también restricciones, se debe controlar los impulsos infantiles, si bien uno puede, en contadas ocasiones, y si la condición atlética lo permite, subirse a los árboles; aunque uno sea  el mismísimo jefe del Estado tiene estrictamente prohibido tirarse por un tobogán infantil, no  porque sea vergonzoso,  sino que como no están  fabricados para tontorrones adultos, uno  puede quedar atrapado,  lo que es peor, romperlo y con ello, que los niños no puedan volver a ocuparlo o que, cuando lo hagan, resulten lesionados.  


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