Natalia, mi hija, estudia en Santiago, el año pasado se vio en medio de una de esas protestas con que los mechones inauguran el año universitario, llegó la policía con el guanaco, lacrimógenas por un lado, piedras y bombas molotov por el otro; debió arrancar lagrimeando y estuvo a un tris de quedar empapada y ser detenida.
Momentos después todavía con la adrenalina
burbujeante se topó con una compañera a quien le relató cómo tuvo que “escapar
de los carabineros”, la compañera la miró extrañada y mejor que si lo hicieran
Lastesis le corrigió: “¡Natalia!, no son carabineros, son pacos ¡pacos c…!”,
luego con estilo altanero del profesor que se sabe superior del ignorante
alumno, dio media vuelta y se marchó.
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