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Lula, Odebrecht y el mundial

 La gran promesa del Presidente Lula, en su primer mandato, que ningún brasileño se fuera dormir sin haber recibido un plato de comida, se concretó en su Programa Hambre Cero logrando que toda persona en su país pudiera tener acceso a tres comidas diarias.  

  

Pero, además de alimentar al gigante sudamericano, logra un crecimiento histórico y lo incluye en el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) como una de las cuatro economías emergentes del mundo, de cuyas bonanzas hoy gozan parte de los brasileños.  

  

Pero Lula tenía otro sueño, que su país organizará y festejara un mundial de fútbol, lo consiguió el 2007 cuando la FIFA designa a Brasil sede del Mundial 2014, los Juegos Olímpicos del 2016 vinieron de yapa.  

Lula ya no era ya presidente, sí su compañera del Partido de los Trabajadores (PDT) Dilma Rousseff, cuando en el mundial de 2014 Alemania eliminó a Brasil por 7 a 0, fue vergonzoso para la torcida brasileña, tanto o más que para los militantes del PDT resultó el caso Odebrecht.  

  

El domingo recién pasado, en el año de un nuevo mundial, el pueblo voto nuevamente a Lula. El desafío es enorme, reverdecer el crecimiento económico del Brasil de sus anteriores mandatos y superar esa percepción, cierta o no, que el PDT fue el brazo político de Odebrecht. 

Como buen alfabetizado bajo los cánones de la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire, Lula está consciente de su realidad, sabe que ya no basta el plato de comida, intentará unir un país dividido, ahora si recibe un Brasil hexa campeão do mundo, en algo ayudará. 

 

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