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El saludo

Aunque a veces nos resulte automático, solo por cumplir las normas de cortesía o mero hábito, el saludo es una de las primeras formas de comunicarnos que tenemos los seres humanos, un pequeño gesto que solemos acompañar de un par de palabras, “¡Buen día!” o “¡Buenos días!”, “¡Buenas tardes!”, “¡Hola!”, “¡Chao!”, “¡Cómo estás!” o “¡Cómo te va!”

No hay  registro en qué momento los humanos cuando se encontraban comenzaron a saludarse. El caso es que las culturas difieren en el gesto, unos hacen una reverencia primero, antes de dar la mano, otros solo la mano, un abrazo o un beso en la mejilla, como signo de respeto y aprecio hacia la otra persona.

Hay saludos fraternales, cálidos, apasionados otros fríos y distantes. También para comunicar adhesión a una idea, como el puño en alto de la izquierda o el fascista del brazo derecho levantado; para respetar las jerarquías como el saludo militar o demostrar pertenencia a una cofradía como  el masónico. 

En actos masivos es común que el artista u orador se lleve la mano al pecho para demostrar que lleva al público en su corazón, últimamente está moda el saludo zen de palmas juntas levantadas en señal de agradecimiento; hay también saludos originales, como el del señor Spock de Viaje a las estrellas.

No es necesario tener contacto corporal para saludarse, algunos tocan la bocina del vehículo para hacerlo, los transeúntes saludan a los que están próximos levantando el brazo moviendo la palma de la mano o con el signo de aprobación romano levantando el pulgar. En la era digital los emoticones de saludos se convirtieron en un código universal para los internautas de la red social.

Aunque  soy poco sociable,  el hecho de caminar del trabajo a la casa y viceversa, hace que me encuentre a personas que, sin conocerlas, las saludo; aunque otras veces voy tan distraído que a los conocidos no saludo, después me lo increpan cuando nos encontramos.

A mediodía y media tarde, ya sea  para ir a almorzar a la casa o de regreso de la jornada laboral, suelo pasar frente a la  vivienda donde en ocasiones está un chico que sostiene un muñequito de superhéroes en sus manos, el cual mueve y toquetea constantemente, tiene una mirada lejana, no habla, camina lentamente de un lado a otro en el antejardín de su casa.  

No sé quién es ni como se llama, pero suelo pasar saludándolo con mi brazo en alto y el índice levantado, él sólo hace como que me mira; otras veces en lugar de muñeco tiene una pelota, cuando hace calor usa jockey y cuando hay frío una parka.

Por cierto me pregunto qué le sucedió, si tal vez sufrió una asfixia perinatal o fue una mutación genética con que a veces sorprende la naturaleza; el caso es que nunca me responde, lo cual no tiene nada de raro, no tendría por qué hacerlo, no nos conocemos, ni tenemos un vínculo cercano.

Como realizo este trayecto a menudo, durante estos años he visto como el cuerpo del joven se convirtió en adulto, aunque él siga siendo el pequeño de siempre.

A veces imagino que espera que pase frente a su casa, anteayer nomás lo hice, él estaba de espalda bebiendo de una botella de vidrio verde que me pereció era de cerveza, caminé unos pasos, como me intrigó que estuviera tomando cerveza, detuve la marcha y di media vuelta para cerciorarme; ahí estaba él, me miraba casi sonriendo y con el índice levantado, yo, como corresponde, de igual modo, le respondí, en ese instante no sé si me sentí triste o más bien  feliz.    

Comentarios

  1. Que genial ....Un final sorprendente y desafiante. Gracias!

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  2. Buen relato, destaca el primer axioma de la comunicacion humana....es imposible no comunicarse. Saludos cordiales

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  3. buen relato de la reflexión de la vida cotidiana, rutina y transgresión, vamos por el relato dela transgresión para completar la vida cotidiana, del domicilio a la callle que te lleva al trabajo y despues el viaje de vuelta al domicilio al que llegas solo para salir....o del que te desvias

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  4. Muy buena reflexión. Saludar es lo primero del día y despedirse es lo último.

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