15 de noviembre y la invisibilidad

Este 15 de noviembre será un día especial, se cumple el tercer aniversario  del acuerdo  de las fuerzas políticas para  tener un proceso constitucional como salida pacífica para la revuelta social.

En lo personal tiene una significación particular, será la culminación de mi proceso íntimo de invisibilidad, ya que desde que leí el articulo “Cómo volverse invisible” de Joca Reiners Terrón, publicado  por  la Revista de la Universidad de México, en su edición de octubre de 2022, adscribo a la teoría del autor de que a los 60 años uno se vuelve invisible para la sociedad, escribo esto a la espera que en minutos más, el día que vine al mundo, sea también el día que seré transparente y mujeres, hombres, niños, jóvenes dejaran de notarme, ignorado como tantos a la misma edad, si bien estaré presente, seré traslucido, no me verán.

Aunque tener 60 años tendrá sus ventajas, podré gozar los privilegios de la tercera edad, pagaré menos en algunos servicios y me atenderán antes en la fila preferencial de la farmacia y supermercado, lo cual es casi como para celebrar.

Nadie creo yo está preparado para volverse transparente, pero desde hace un tiempo lo venía notando, en casa es casi como que si no existiera, mis opiniones  no las toman en cuenta ni mis tres perras, lo cual no significa que no se cansen de reprenderme “camina derecho estás cada día más encorvado”, espero que de mañana en adelante, asumida mi invisibilidad  pueda caminar como me dé la gana

No es que me sienta viejo, ni quiera ser Dorian Grey, si bien cuando digo mi edad con esa falsa cortesía  dicen “te ves más joven” como el desgaste orgánico es interno, sé yo que no es verdad, porque el natural agrandamiento prostático hace envidiar al quinceañero pistón de bombero y resignarme al riego por goteo. Como mis abuelos murieron a los 50, creo al igual que el Indio Solari, que después de los 60  todo lo que venga es de yapa.

Respecto a mi invisibilidad sesentera asumiré, quizás, una postura existencial, como Rimbaud el más joven de los poetas escribió hasta los 21 años, yo  llegue tarde a la escritura soy, entonces, demasiado viejo para narrar; pero si considero, en cambio, que el Rey Matusalem vivió mil años, a mis 60 no tendré más de 6 años, pero aunque en alguna pesadilla podré ser rey, nunca, ni en el mejor de mis sueños, podré ser poeta.

Este fin de semana estuve en Santiago y comprobé que lo de invisibilidad es real porque el domingo antes de volver a Punta Arenas fuimos con mi hija a la Feria del Libro de Santiago recorrimos los estand  y divisé  a un editor a quien suelo enviarle los artículos que subo al blog, me acerqué y le saludé, le dije mi nombre y quién era, él con esa caballerosidad con que las personas bien educadas zafan cortésmente de quienes le importunan “disculpa, pero soy muy malo con los nombres”, dijo, me despedí y marché, fue entonces Natalia, la que me iluminó “Papá, para él no existes y tus textos están escritos con tinta invisible, ni siquiera uno solo te comentó”.

Debo agradecer a dicho editor, evitó que me pescara una pulmonía, tenía pensado acudir mañana al trabajo desnudo para probar mi invisibilidad, ya no será necesario.

Si siendo invisible y con 60 años seguiré escribiendo leseras o bien me encargaré por Alibaba un ruedita de oración budista para salir a caminar, no lo sé, ahora si por casualidad usted se topa con una de ellas flotando sola en el aire, no le extrañe, soy yo el que anda por ahí.