Le comento al amigo Claudio que tengo un cariño especial por el libro “Cuentos Breves y extraordinarios” de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, solía pedirlo en la biblioteca de la UFRO cuando en los ochenta deambulaba por Servicio Social, eran los tiempos en que el bibliotecario te pasaba una tarjeta donde se ponía el nombre y ahí sabías quienes habían pedido el libro anteriormente, lo que era de mucha utilidad en caso de libros escasos y de gran demanda, se podía ir donde el compañero de carrera que tenía el libro, cortésmente instarlo a devolverlo rápido y coordinarse para acompañarlo a la biblioteca a devolverlo para evitar que el libro llegase a otras manos.
La
tarjeta de “Cuento Breves y extraordinarios”, tenía pocos nombres, no era muy
solicitado, tanto es así que el mío estaba consignado muchas veces a diferencia
de la tarjeta de “Introducción al Trabajo Social” de Ezequiel Ander-Egg que jamás
solicité y no porque me consiguiera las fotocopias, precisamente; no fue
sorpresivo, entonces, que nunca terminara la carrera de Servicio Social y que mi
madre secretamente lamentara.
“Cuentos
breves y extraordinarios”, un libro sencillo, pero, como su título indica, extraordinario lo leía a diario, llegue incluso a tener un ejemplar
usado, que, como otros, una noche se me ocurrió regalar borracho, lo cual al otro
día me dolió en el alma, más que la cabeza por la resaca.
Hace unos años adquirí una versión también usada, que se me extravía en la casa y de repente aparece como, a diferencia de Funes El Memorioso, lo que leí hace dos minutos se me olvida al instante, la relectura del libro sigue siendo para mí un placer olvidable. Atesoro el ejemplar, llevo una década abstemio, como salvo un incendio en casa, creo que seguirá en mi poder.
Ahora
si alguien me lo pidiera, le diría que no es por ser egoísta, pero no puedo
prestarlo, ni tampoco menos invitarlo a leerlo en mi casa, no es por ser mala
gente, sino que vivo con tres perras y saldría, aunque no mordido, si con su
ropa llena de pelos; es mejor que él lo encargue por Buscalibre o, también, en
su librería más cercana o de libros usados, ahí su valor será barato,
un poco más de lo que hoy cuesta un kilo de pan y no solo de pan vive el hombre.
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