La piedra lanzada contra el presidente Boric, gritarle "amarillo" para denostarlo; "funas" entre convencionales; cortar el camino para prohibir la entrada del subsecretario del Interior a Cañete; balazos al aire para amedrentar a la ministra Siches en Temucuicui, parecen reflejo del humor social que se respira desde hace varios años en Chile.
Mi hija y una
amiga acompañaron a un compañero de carrera a retirar una jeringa e insulina
para su abuela en la estación del Metro Hospital, el consejo de los chicos a mi
provinciana hija fue "Natalia, en el metro y al bajarse a la estación
Metro Hospital, cara de enojada y ceño fruncido".
Peor que si viviéramos en la
ciudad gótica de las dos últimas versiones de Batman, el subsecretario de
Prevención del Delito, Eduardo Vergara, señaló: "Es sin duda el peor
momento para la seguridad desde el retorno a la democracia", como los
héroes son de Marvel o DC Comic, si desde el retorno a la democracia no se
estaría en tal situación de inseguridad ¿se pretenderá acaso reeditar La
Oficina, para hacer frente al problema? pero habrá en la coalición gobernante
un Velasco, Schilling, Burgos o Solís para asumir el costo que significará aquello o,
acaso, el actual gobierno prefiere continuar hipnotizado por esa romántica
visión juvenil que el orden y la seguridad interior no es propio de los gobiernos de
izquierda.
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