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La Convención de Babel

Al parecer no hay un reglamento de que durante las sesiones de la Convención Constitucional los convencionales deban hablar en castellano y, si lo hubiera, sería contradictorio con el espíritu de que la Nueva Constitución recoja todas las voces. 

La convencional Marinovic, en lugar de exigir a la Mesa de la Convención, traducción simultánea, cuestionó que la convencional Linconao, en una práctica de resistencia lingüística, se comunicara en mapudungun durante las sesiones; aunque Marinovic podría retrucarle a Linconao en croata o, si se apodera de ella un travieso gen intruso, en romaní.

Para justificar su crítica dijo que se ve  que durante los recesos y en el patio del ex Congreso Nacional, la convencional Linconao, se dirige a todo el mundo en castellano, sin asumir que es una fea costumbre poner el ojo y la oreja en conversaciones ajenas.

En estas pocas semanas de Convención parece imperar la incomunicación, no vaya a ser cosa que, por la soberbia de algunos convencionales, el destino de la Convención pueda asimilarse al de la Torre de Babel, los convencionales se vuelvan a casa, no por estar contagiados de la variante Delta, sino hastiados de no poder entenderse y, lo que iba a ser la Carta Fundamental o la Casa de Todos, como acuñó Patricio Zapata, sin siquiera tener levantado los tijerales, se nos venga guarda abajo.   

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