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La llamada

Una mañana de sábado, caminando por calle Bories, suena el celular, me llama la Zita, su segundo nombre es Leontina, es mi madre, falleció hace años.

Me agrada escucharla, pregunta por el Leo, las chicas y su casa. Está preocupada porque no la había llamado.

-Pensé que estabas enfermo- dijo.

-Nada que ver- le contesté. Todo bien.

Como siempre, hablamos poco, lo justo y necesario, casi distantes, es mejor así o terminamos peleando.

-¡Chao! -le dije- que se me acaba la batería.

No tenía caso decirle que la extraño, que me siento solo.

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