No estaba en los planes médicos y sanitarios una tercera ola de contagio de Covid-19 en Punta Arenas, Natales y Porvenir, porque con el avance de la vacunación en la zona, se esperaba llegar a la inmunidad de rebaño, pero como en estos tiempos el hombre propone y Covid dispone, ante el aumento de contagios y de pacientes hospitalizados en las UCI, estas tres ciudades ingresarán a una nueva cuarentena.
Explicaciones sobrarían, irresponsabilidad, relajamiento de las
medidas sanitarias; “incorregibles”, como llamó el general jefe de Zona de Carabineros a los que fueron detenidos varias veces por infringir
el toque de queda, la cuarentena o por exceder el aforo permitido; el “atracón” de alcohol y la falta de vitamina D característico
en los magallánicos según un estudio del Centro de Excelencia de Biomedicina
de Magallanes o porque no se consideró que Magallanes es casi insular, no se cerraron las fronteras, en especial el aeropuerto y se permitió que continuaran llegando nortinos que traían el virus, como bien alertó en su momento el
colegio médico regional.
Pero una de las explicaciones más plausibles del porqué no se logró todavía la inmunidad de rebaño, tiene que ver con la economía y producción ganadera regional.
Como hace décadas se privilegió la exportación de ganado
ovino a la comunidad económica europea, por sobre el mercado interno, un
cordero de temporada de 11 o 12 kilos cuesta en las carnicerías sobre los 70 mil
pesos, así no hay bolsillo que resista y comprarlo en el mercado informal, sin
timbre de faenamiento autorizado por el Servicio Agrícola y Ganadero, se corre el
riesgo de ser formalizado por receptación, contribuir al abigeato y a los estragos que causa al sector ganadero.
No solo no se puede comprar cordero, sino que hasta el tradicional
y modesto duro asado de capón viejo, preparado al horno, a la olla o en cazuela
de luche con que nos criábamos antiguamente, es un delicatessen para la mayoría de las mesas magallánicas que hoy está vedado.
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