Cuando era muchacho tuve un amigo historiador,
mientras caminábamos por las calles de Temuco, con su lenguaje sencillo me
narraba la historia regional y universal, era un grato y pedagógico placer
escucharlo hablar, porque tras su humildad personal, estaba su sapiencia
intelectual.
Un verano, con él y un colega suyo subimos el cerro
Conun Hueno, ubicado en la comuna de Padre Las Casas, frente a Temuco, durante
el ascenso me relataba la historia económica y colonial de la
Araucania; al llegar a la cumbre, vimos
pasar a un peñi en bicicleta, nos saludó sonriendo, el hecho fue un
tanto humillante, momentos antes nos habíamos felicitado por
nuestro esfuerzo.
Si bien el viaje era por el día se nos hizo tarde y
acampamos a orillas del Truf-Truf, como no llevamos carpa,
dormiríamos a cielo abierto, era una noche de luna estrellada,
propicio para percibir la bóveda celeste y ubicar constelaciones, hicimos una
fogata y le compramos a una lamngnen unos litros de chicha de manzana y una
desnutrida y vieja gallina, costó un mundo que decidiéramos cómo
sacrificarla para después asarla.
Una vez me contó que estuvo más de una semana en un monasterio capuchino en Valparaíso, revisando la biblioteca del convento, como es un ser respetuoso participó en silencio de los matinales ritos eclesiales y capaz que hasta cantó a coro los cantos gregorianos. Luego de hojear antiguos libros, archivos y documentos pudo rescatar una frase que le servía para su investigación historiográfica. Ayer recordé tal anécdota luego de ver a John Torturro interpretando a Guillermo de Baskerville, en la nueva versión, en formato serie, de El Nombre de la Rosa y se me ocurrió escuchar "Soy un corazón tendido al sol" de Víctor Manuel que a Ivan le gusta y que tan bien lo identifica.
Cierto día, Sonia, tía de mi hijo, me previno que
estaba hablando con el tono de voz de mi amigo, yo, más que atribuirlo a que
poseo una mente débil, un carácter influenciable, soy carente de
personalidad y sin nada de autenticidad, lo percibía más como signo de
admiración, hasta un tributo hacia su persona.
Como no hablo con él hace décadas se me
ocurrió googlear su nombre, supe que el año
2019 reeditó un libro sobre historia mapuche “El mercado regional de
Concepción y su articulación al mercado virreinal y mundial. Siglo XVII”,
espacio histórico que el doctor en historia, Luis Iván Inostroza Córdova,
maneja a la perfección.
Como el link traía una entrevista se la leí a mi
familia y estoy aprendiendo de memoria sus respuestas históricas, para
repetirlas en silencio cuando solitario camino de mi casa al trabajo y del
trabajo a casa, porque, como dice el profesor Inostroza:
“traer al recuerdo esas historias del siglo XVI, XVII, XVII cuando uno los
recrea, esas personas vuelven a vivir y eso creo es lo más hermoso de la
historia, es como la poesía en ese sentido”, es que “El Cunco” como le llamábamos,
por su lugar de origen, es a la historiografía, lo que el poeta lautarino,
Jorge Teillier, es a la poesía.
De un tiempo a esta parte, muy de vez cuando, se
me ocurre escribir; pienso si deberé forjarme un estilo, pero ya dije que soy
de mente frágil y como en la escritura no hay nada nuevo bajo el sol, hasta se
tolera pertenecer a una corriente o escuela, la originalidad no sé si valga la
pena, además toda escritura es deudora de varias que le precedieron.
Como leemos poco, nadie notará
si buscamos imitar, pero se debe ser precavido, nunca tan literal,
pueden denunciarlo a uno por plagiar, en tal caso defenderse que se actuó sin
dolo y no por ser poco original, sino como tributo personal a la grandeza de las plumas de los demás.
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