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Escritura citadina

Envié mis manuscritos urbanos, que son pobres, pocos y breves, a un amigo narrador, me respondió que todavía no los leería, porque estaba enclaustrado en una cabaña del sur escribiendo una novela, así que a su regreso me contestaría.

Ello, me deprimió bastante, pensar que estoy en la ciudad, tratando de alcanzar apenas las sesenta y tres palabras exactas.

-¿No me cree? ¡Cuéntelas!-

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