Por deformación profesional a Mario Desbordes, que fue carabinero, le queda aquello de que una vez que los casos están policialmente resueltos, por lo general cuando una persona es detenida, es innecesario juicio, veredicto o sentencia del tribunal.
“Cuando se legisla, uno no puede
legislar con casos específicos y menos con el caso de aquí mismo -la muerte del
niño Tomás Bravo en Lebu- si fuera mi hijo, lo que me
nace, es hacer justicia con mis manos”, señaló.
“Si eso le pasara a mi hija la
verdad es que me entrego al tiro, yo lo mato personalmente. No tengo duda
de probablemente cómo sería mi reacción y tendrían que encerrarme para que no
lo hiciera”, recalcó.
Si alguien cree que no hablaba en
serio, puede recordar que hace unos meses el mismo Desbordes se manifestó
proclive al uso de armas de fuego en la
ciudadanía y aseguró que sabe usarlas.
El candidato
presidencial de RN, emitió sus declaraciones minutos después que se informara
el hallazgo del cuerpo del menor Tomás Bravo, la posterior detención de un tío
abuelo y con una comunidad enardecida que exigía el linchamiento del presunto
autor del crimen.
Desbordes, no hace más
que tomar uno de los consejos que el año 1884 Raoul Frary señaló en su Manual
del demagogo: “El demagogo conoce los prejuicios de su público, los respeta y
los elogia, los considera sobre todo un conjunto de conocimientos ciertos
que permite a ese público pronunciarse sobre las cosas y los hombres”.
Porque, como agrega
Frary “al pueblo le place que sus campeones abracen su causa no solo porque es
justa sino porque es suya; no solo por razón, sino por un impulso instintivo e
irresistible”.
Pero,
para que no se diga que Desbordes es casi un admirador del presidente filipino
Rodrigo Duterte, matizó sus declaraciones con una opinión propia de la derecha
liberal y dijo ser “Contrario a la pena de muerte, frente a ningún caso. Nos
transformamos nosotros en bestias cuando nosotros mismos matamos a estas
personas”, dijo.
Resaltando
que con ello no subiría su ranking de popularidad, aun cuando estaría en cierto
modo aplicando otro consejo de Frary : “No tengáis temor de disgustar a los
unos encantando a los otros”.
Pero, ante tamaña
dualidad, cabría entonces preguntarse si en caso de que Mario Desbordes resulte
electo Presidente, viéndose sometido a una
tragedia familiar- ¡Dios no lo permita!- cuál de los dos Desbordes
prevalecería, acaso la bestia o el liberal.
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