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Catalina en llamas

 En Panguipulli un carabinero disparó su arma de servicio y dio muerte a un malabarista que se negó  a un control de identidad y se abalanzó contra los policías blandiendo dos sables con los que ejecutaba su acto de malabarismo. Posterior a ello, en repudio a la muerte del malabarista, una turba enardecida atacó la comisaria, quemaron el edificio de la municipalidad y el servicio de Registro Civil, entre otras dependencias.

Tras los graves acontecimientos la presidenta de Revolución Democrática, diputada Catalina Pérez, escribió en instagram “En Chile la vida de un pobre no vale nada ¿Cómo quieren que no lo quememos todo?”, justificando así los daños provocados en Panguipulli y, de paso, validando, también los atentados incendiarios que, desde el 18 de octubre de 2019, se sucedieron en el país.

Sus declaraciones quemantes- por cierto que nunca el adjetivo calzó mejor- fueron rechazadas por el gobierno y  sectores de la oposición, se le tildó de irresponsable, de incitar al odio y a la violencia, casi igual que a Donald Trump, aunque expresen una alta carga de sinceridad y “el ser veraz (sincero) en todas las declaraciones es, pues, un sagrado mandamiento de la razón, incondicionalmente exigido y no limitado por conveniencia alguna”, señala Kant y que, hoy en dia, las redes sociales dicen apreciar en un político.

Porque ocurre que la diputada Pérez, así como varios otros, que lo murmuran sotto voce, porque sería políticamente incorrecto decirlo a viva voz, creen que para transformar el país es válido quemar edificios públicos y privados, mentira hubiese sido, entonces, que por los actos vandálicos en Panguipulli, la diputada dijese lo contrario.

Más aún si le sucede a Catalina, y a algunos de sus socios, lo que Umberto Eco señala en su ensayo La llama es bella: “el fuego hipnotiza y es, por lo tanto, el primer objeto y fundamento a la vez de la fantasía”.

Y si para Eco “el fuego se presenta de inmediato como instrumento de  toda transformación y cuando  se desea que algo cambie, se apela al fuego”, lo que propone la diputada Catalina Pérez, desde su particular punto de vista, no estaría equivocado.

Tiene algo de mesiánico la afirmación de la diputada sobre todo si “en el fuego se ponen enseguida en evidencia las contradicciones fundamentales de nuestra vida, es elemento que da vida y elemento que da muerte destrucción y sufrimientos, es símbolo de pureza y purificación, pero también de inmundicia, porque produce cenizas como excremento”, como agrega el semiótico italiano.

Pero, a diferencia de Heráclito, contradictoriamente apodado el Oscuro, no obstante para él el fuego –que es brillo y luz- es el arjé o principio de todas las cosas, el pensamiento de la diputada Catalina Pérez, con su mensaje de Instagram, ya nos quedó muy claro.

No es necesario que confiese ser fans de Foo fighter, ni que en su play list figure Dame fuego de Sandro, ni que una de sus películas preferidas sea Carros de Fuego o que Nerón sea su personaje histórico predilecto.

Ni que sueñe con ver el país arder por los cuatro costados y ella en medio de la marcha portando la llama de la libertad, sino tan solo que la diputada Pérez, ni de niña debió creer que es peligroso jugar con fuego, porque uno puede resultar quemado.

 

 

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