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Semilla de minoría

  Dicen que en el mundo de hoy todos somos minorías, están las etareas, sexuales, étnicas, de género, alimenticias, políticas, en fin, solo es cosa de escarbar dentro de uno y encontrará una semilla  de minoría.  

Yo, por cierto, lo hice, no me costó, ni demoré mucho, llegué hasta aquella vez en que, sintiéndome un ser resucitado, capaz de todo y presa de un individualismo extremo, por puro afán de llevar la contraria, para las elecciones del Centro de Alumnos de la carrera de periodismo de la UFRO, se me ocurrió integrar una lista que tildaban de gremialista, no obstante, para quienes me conocían, yo tenía una sensibilidad de izquierda.  

Como sabía del rechazo a mi candidatura, le dije a un compañero de carrera con quien éramos grandes amigos desde Natales, que, aunque él era de izquierda, valía más nuestra amistad y estaba obligado a votar por mí, me afirmó que, por supuesto, lo haría, pero, para no tener problemas, no se lo dijera a nadie, porque para todos él apoyaba la lista contraria. 

Estaba consciente que en la elección sacaría solo dos votos, él de mi amigo y el mío, pero resultó lo impensado en lugar de dos, saqué uno solo.  

Busqué a mi amigo y lo encontré a la salida de la Facultad de Educación y Humanidades sentado en el Cuadrado de los Flojos y con un rictus preocupado, el que se agravó cuando me vio venir, se levantó ansioso y me tendió la mano, yo, no se la di. 

-"Oye, te pasaste, no tienes palabra, parece que la amistad no vale nada para ti, no votaste por mí", le increpé. 

- “No, Héctor, sí vote por ti"- 

-"¡Cómo que votaste por mí!, “¡no seas mentiroso, si yo fui el que votó por mí!”, le respondí enojado. 

Mientras se deshacía en explicaciones para justificar su voto, lo hice sufrir unos minutos más, para mis adentros reía satisfecho, hasta que me compadecí y le confesé que como ponía las manos al fuego en que contaría con su voto, con el fin de hacerle una broma decidí no votar por mí, sólo obtendría un voto y le podría enrostrar su trasgresión a nuestra amistad natalina, porque no tendría cómo comprobarme que sí había votado, si acaso era yo mismo el que afirmaba que ese único voto fue el mío.  

Suspiró profundo, ya más relajado, esbozó una sonrisa: "soi pesa'o weon", me contestó.    

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