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El Plan V

 

Una de las justificaciones de la dictadura militar chilena para cometer sus atrocidades fue la existencia de un supuesto Plan Zeta, urdido por el marxismo criollo, con el objetivo de pasar por las armas a los opositores al gobierno de la Unidad Popular.

Dicho Plan, caló hondo en  los cascos militares y, si bien se creía olvidado, parece que  reflotó tras las crisis del 18 de octubre, ello porque en una reunión entre el Presidente Piñera con los comandantes en jefe y el ministro de Defensa, un integrante de la dirección de  inteligencia militar del ejército expuso que el llamado “estallido” fue provocado por 600 venezolanos chavistas que habían ingresado al país con el fin de provocar caos, destrucción y derrocar el gobierno. Como nunca quedó claro si el Plan Z se denominó así porque sus ejecutores serían zurdos, el nuevo plan podría  llamarse, entonces, el Plan V, por los venezolanos.

Esta semana se supo que para justificar el Plan V, se recurrió a técnicas de foto shopeo del supuesto líder, que no era más que un youtuber  venezolano, situación que dejó en ridículo a la inteligencia castrense ante sus pares de agencias internacionales.

Lo jocoso de la situación trajo a la memoria que durante la dictadura circuló el libro “La Hinteligencia militar”, el que, aparte del título, con una irónica y provocativa falta ortográfica, solo tenía páginas en blanco, que sacaban más de una sonrisa en esos aciagos días dictatoriales.

Pero, huelga decir, que la inteligencia militar de ese tiempo, lo que menos tenía era ser boba, desde sus inicios tejió una red amplia de informantes y colaboradores, cual hermandad del Santo Mártir de la Inquisición española, que llevó a Pinochet a jactarse de que en el país no se movía una hoja sin que él lo supiera.

Para asesinar a un canciller de Allende tuvo la osadía de poner una  bomba en el centro de la capital de la principal potencia del planeta, lo que repitió en Roma y Buenos Aires. Infiltró los partidos, descabezó sus dirigencias, frenó atisbos de guerrilla rural y de una ilusoria Guerra Patriota Nacional. Utilizó la técnica de infundir terror a través de la tortura y desaparecimiento forzado de personas, muy bien aprendidas de un general francés que las utilizó en la guerra de Argelia.

Todo disenso era castigado, el mando era uno solo y lo poseía Pinochet, sus agentes eran temidos hasta por los jueces que, por miedo a que sea un sapo quien cosiera los legajos, fueron cómplices pasivos, hicieron vista gorda y dejaron actuar a los agentes con total impunidad.  Por cierto que la inteligencia del regimen no detuvo a tiempo el atentado al dictador, del que salió ileso, pero la respuesta al tiranicidio frustrado fue brutal.

Afortunadamente, hasta en las propias filas castrenses, poco crédito se le dio al Plan V, de lo contrario nadie puede saber lo que sucedería después.  

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