El Covid 19 no deja de sorprender en Magallanes, no solo porque en el segundo brote, el bicho mutó a una cepa menos virulenta, pero si más contagiosa, tanto que ni las cuarentenas, ni adelantar el toque de queda surtan efecto y hoy con la drástica medida se tengan más contagiados a diario que cuando no había cuarentena, pero bien lo saben los hermanos argentinos que con una de las cuarentenas más largas del planeta hoy sus contagios diarios están disparados.
Corre fuerte el rumor
de poner en hibernación a Punta Arenas, lo que a varios preocupa, no solo por
el impacto económico y sicosocial que acarreará, sino también porque si con
cuarentenas los contagios suben a diario, es mejor ni pensar lo que con hibernación
acontecerá.
Porque la ciudadanía
ya no da más y quienes en marzo hacían caravanas vehiculares exigiendo
cuarentena hoy organizan marchas para abrir puertas, ventanas y persianas
de casas, oficinas y locales comerciales para salir a trabajar: “Punta Arenas
se autonormaliza, Magallanes se rebela frente a las ineficientes medidas
sanitarias contra la pandemia”, reza un cartel que circula por redes sociales
llamando a tamaña desobediencia civil.
Tal vez, sin saberlo, los magallánicos buscan aplicar la arriesgada, y en parte exitosa, estrategia
sanitaria sueca para combatir el virus, una que otra mascarilla, distancia
social, lavado de manos y autocuidado, pero nada de encerrar.
A lo mejor resulta,
más si consideramos que Punta Arenas y Estocolmo son ciudades extremas en el
globo terráqueo, con bajas temperaturas y mientras la capital de Suecia está a
poco más de 3.300 kilómetros al sur del Polo Norte, la capital de Magallanes se
encuentra a poco más de 4.000 kilómetros al norte del Polo Sur
geográfico.
Porque a estas alturas
cualquier cosa se puede intentar, si hasta la municipalidad, en su afán de concientizar
caricaturizó en un gigante cartel callejero al Monumento del Ovejero
colocándole un barbijo al broncíneo trabajador de campo para que con el habla
informal magallánica dijera: “No seas maceta usa mascarilla”,
pero “Me cago, che, ni siquiera así los PCR positivos bajaron”.
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