Nunca
nadie supo cómo se llamaba, ni si acaso alguna vez tuvo un nombre y eso que hasta
los perros tienen uno, pero él era conocido solo como "Verbo".
Cuando
le ordenaban corre, él corría, si le decían come, él lo hacía, lo mismo que si le
dijeran salta. Si alguien le susurraba al oído ama, él amaba. No faltaba el bromista
que para reírse le decía llora, él, por supuesto, lloraba, lo mismo que si le
dijeran ríe.
Nunca
desoyó una orden ni dejó de ejecutar otra. Podría, hasta cierto punto, ser visto como un hombre de acción, pero no tenía voluntad propia,
menos opinión, aun cuando podía balbucear si se lo ordenaban.
Por
eso no se opuso, ni se cuestionó, cuando alguien lo utilizó
y le dijo mata, como "Verbo" era un ser obediente, por cierto que mató y lo hizo de
forma despiadada y brutal.
Aunque
no era necesario que un juez lo enjuiciara
y llevaran a la cárcel, así se hizo, porque
hubiese bastado decirle que él mismo lo hiciera, hasta habría construido
su propia jaula.
El
juez prohibió que durante su confinamiento mantuviera comunicación ya sea con
el exterior o interior del penal, así estuvo por años, hasta que cuando ya
todos de la existencia de "Verbo" se habían olvidado, sucedió algo excepcional, su
cuerpo amaneció ahorcado en su celda. Como todos sabían que mientras no se lo ordenaran nunca se fugaría, las medidas de seguridad de sus guardias se relajaron, pudo entonces trenzar una cuerda con hebras de su ropa y sus largos, finos y canosos cabellos, con la cual se asfixió.
Tras
la investigación de rigor se revisaron cámaras de vigilancia, se comprobó que durante su reclusión nunca nadie habló con él, ni recibió encomiendas, cartas, ni siquiera
unas líneas escritas en un sucio papel.
La
noticia causó conmoción, hubo incluso quienes con un dejo de falso cariño recordaron
la vez que le habían ordenado algo, nadie comprendía cómo ese mísero ser sin que nadie se lo exigiera fuera capaz de tomar por sí mismo tal fatal decisión.
Aunque
se corrió el rumor que la voz interior de "Verbo" se lo ordenó para, por un
instante, dejar de vivir preso de su triste debilidad, conociendo cómo era "Verbo", nadie lo creyó.
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