Cuando los lectores suelen responder columnas, se produce un
interesante debate epistolar en la sección Cartas de El Mercurio, un combos
van, combos vienen, diría un aficionado al boxeo; un ping-pong de defensas y
remaches, un amante del tenis de mesa; un truco, ¡quiero retruco! lo haría un
argentino o patagónico fanático de tal juego de naipes.
Es como si los lectores, más que buscar un diálogo con el autor de
la columna, buscaran tener la última palabra con que impresionar a sus amigos y
cuando el autor no responde, creerse triunfadores por nocaut técnico o
abandono, lo que en la jerga del fútbol sería como el último gol gana.
Harold Mayne-Nicholls, para responder la última columna de Carlos Peña "La pobreza del ministro", buscó una antología de frases memorables de
escritores y políticos sobre el fútbol, para pretender decorar de cierta
intelectualidad al balompié, tanto como si fuera el ajedrez, aunque como
su nombre lo dice, es poner un balón en el pie, chutear la pelota y, si bien
también se usa la cabeza, la mayoría de las veces es para golpear la redonda o,
como se decía antes, la de 32 cascos.
Ahora bien, si acaso Harold, desafía a Carlos a jugar un
picadito y él balón lo pone Mayne-Nicholls, porque dudo que Peña tenga uno en
casa, Carlos no debiera dejarse provocar, puede suceder que si Harold va
perdiendo se enoje y se lleve la pelota para la casa.
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