Nada más ingrato
que contar cadáveres, incluso para los que
tengan alma de panteonero, aunque durante
guerras y pestes es una práctica habitual que, con el paso de los días, se vuelve
tan normal que llega a perder notoriedad.
Los muertos en las guerras
se llaman bajas, en las pandemias víctimas,
pero mientras los primeros pueden llegar a ser héroes o mártires de la causa,
los segundos son anónimos cuyo destino es la fosa común de las estadísticas.
El Ministerio de Salud
chileno decidió agregar a la cifra de fallecidos
alrededor 3000 personas más que, sin tener un examen PCR positivo, pueden ser probables
muertes por Covid. Es casi como afirmar que en un 50 por ciento puede ser que murieron
por la enfermedad, pero, también, en un 50 por ciento puede ser que no. Lo cual no
se dilucidará ahora, sino en varios años más.
Según el punto de vista que se mire, cuando decline la peste, la división en Chile se acentuará, para
algunos tendremos más muertos que durante los 17 años dictadura militar, ergo el
Presidente Piñera sería peor que Pinochet; para otros es imposible hacer tal atribución
y los muertos, por cruel que suene, es lo natural que ocurra durante la pandemia
actual.
Pero si algo nos
vino a recordar la peste y en lo que todos podemos estar 100 por ciento seguros
y de total acuerdo, es que un día vamos a morir, pero salvo el suicida cansado de la
vida o el que exige la eutanasia porque no aguanta ya sufrir, la mayoría de nosotros
espera que ese día no llegue nunca o, por lo menos, no sea ahora por el Covid; a
menos que uno crea ser “Gilgamesh, el inmortal”, aunque valga recordar que lo que muchos codician a Gilgamesh, es para él, su diaria angustia existencial.
Está tan enredado el conteo que deberían publicar algún dato de las personas, porque en una de esas hay varios vivos y/o algunos que no saben que ya partieron. Y no es chiste.
ResponderEliminarMuy clarito Pepe
ResponderEliminar