El año 1972 el sello Odeón editó el long play recopilatorio de la nueva canción
chilena “Cantos de rebeldía”, que incluyó el tema “Rebelde con causa” de Martín Domínguez, canción que comienza así: “Nunca he despreciado yo a los viejos,
porque un día viejo yo seré”, frase que bien puede utilizar el actual gobierno para
justificar la medida de cuarentena obligatoria
para los mayores de 75 años.
Antes de la peste se decía
que a nuestros mayores no los cuidábamos, ni tomábamos en cuenta, incluso hubo juveniles
burlas para los llamados dinosaurios que intentaban retomar la vieja política,
porque en años recientes para actuar en la nueva política aparte de ser hábil en
tuiter, wasap, instagram y facebook era condición sine qua non ser poco menos que un imberbe, lo cual llevó a muchos a retiro obligado a sus cuarteles de invierno y no porque manejaran poco las redes
sociales, precisamente.
Pero hoy tras el
anuncio de cuarentena obligatoria para los mayores de 75 años, con el fin de
cuidarlos porque estarían más expuestos a fallecer si contraen la peste, resulta
que los abuelos se sublevaron, más que esos
mocosos de la crisis social del 18 de octubre.
Porque estaríamos en presencia de un nuevo tipo de organización política conformada por filósofos, juristas y periodistas, una especie de frente intelectual del movimiento senil, para denunciar lo arbitrario e inconstitucional de la medida del gobierno y exigen se les respete su derecho a transitar libres por las calles, pero no a la placidez de las bancas de las plazas para tirar migas de pan a las palomas, como algunos piensen.
Porque estaríamos en presencia de un nuevo tipo de organización política conformada por filósofos, juristas y periodistas, una especie de frente intelectual del movimiento senil, para denunciar lo arbitrario e inconstitucional de la medida del gobierno y exigen se les respete su derecho a transitar libres por las calles, pero no a la placidez de las bancas de las plazas para tirar migas de pan a las palomas, como algunos piensen.
Si uno de los motivos
de la protesta social del año pasado fue la injusticia que comete el Estado con
los adultos mayores, no solo con su pensión, sino en el estado de abandono en que
se encuentran, los jóvenes ideólogos del movimiento del Octubre chileno, si acaso
hubo alguno y no fue algo espontáneo, si de verdad son consecuentes con su
discurso deberían recoger la actual demanda por igualdad de los mayores que en medio
de la peste piden se levante la cuarentena diferenciada a ese grupo etareo. Para ello nada mejor que reflotar los carteles “Lo hago por ti abuelita”, “Estoy
contigo abuelito”, “Justicia para los abuelos” y contextualizarlos con los de “No
a la discriminación contra los ancianos”, “Abuelo, eres libre, sal a la calle nomás”.
Lo que es yo, cada
vez más cerca de los 60, parece que estoy gagá y no por ver esos matinales que
hoy vuelven a dar la razón a Pepe Tapia con aquello de que la televisión
penetra, mejor que teoría comunicacional de la aguja hipodérmica, ya que por algo será
que en dichos espacios televisivos proliferan los políticos y alcaldes; sino más
bien a que por deformación personal soy
parte de esa morbosa y pasiva audiencia fiel al informe diario de contagio por
Covid-19 que entrega el Ministerio de Salud y, como soy cobarde, aunque tenga o no cuarentena en
mi comuna, no se me verá ni la sombra fuera de casa, ahora si alguien tiene la
mala ocurrencia de tocar a mi puerta no dignaré
asomar ni la punta de la nariz, y eso que algunos aseguran que el órgano nasal con el paso del tiempo como si continuara creciendo.
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