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El Chavo y la peste


A casi tres meses de pandemia y después de un constante y agobiante bombardeo informativo, tanto por medios de comunicación formales y hasta por fake news en redes sociales, que no solo alertan, sino que alarman de que estamos inmersos en la mayor catástrofe sanitaria de nuestra historia y como hoy en día uno conoce más del contagio de Coronovirus que de sí mismo, nadie puede argumentar un error de prohibición, pero que aun así se vea a sectores de la comunidad que hacen caso omiso a las medidas sanitarias, sin duda alguna cuesta mucho entenderlo.
Tal vez no sea porque exista mucho ruido comunicativo o por un defecto del emisor, tampoco del código, ni del canal donde se transmite el mensaje sanitario por parte de la autoridad, menos del mensaje mismo, considerando que hoy en día de lo único que se habla es de la pandemia, sino más bien una anomalía de base en el orden de la interpretación del texto que hace el receptor de dicho mensaje, ya que si bien al interpretar uno lo hace de acuerdo a un contexto que permite inferir incluso aquello que en el discurso no es literal, en ningún caso ello da motivo para inferir lo contrario que se dijo.
Pero vaya uno a saber cómo funciona la mente de algunos o por qué misteriosa razón se niegan a aceptar que  su salud y la de los demás está juego, ya que prefieren sacar interpretaciones aberrantes no respetan el distanciamiento  social, siguen saliendo con o sin salvoconducto o, bajo, cualquier pretexto, con o sin mascarillas, a las calles, nunca fue más oportuno entonces, recurrir a la ingeniosa sabiduría del Chavo del 8: “Pero ¡qué brutos, profesor, póngale un cero!

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