Si
es cierto aquello de "Al
lugar que fueres, haz lo que vieres", los turistas que pintaron
rocas al interior del Parque Nacional Torres del Paine, podrían argumentar
a su favor un error de prohibición, quizás pensaron que pintarrajear en Chile
es una práctica autorizada y habitual, cosa de ver cómo están rayadas las
esculturas, los monumentos y el patrimonio arquitectónico nacional.
Para evitar que se repitan
nuevas pintadas, tal como a la entrada de la Octava maravilla del mundo y
reserva de la biosfera por la Unesco, el coipo Forestín informa a los
visitantes que no se puede hacer fogatas podría, también, advertir: "Ojo
con el arte", para prevenir que ante el impacto que provoca la
majestuosidad del paisaje natural, hay que contener la tentación artística de
creerse poco menos que un da Vinci.
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