Religión y política van
de la mano, sobre todo en los gobernantes ya sean católicos, musulmanes, budistas, hinduistas, judíos, protestantes o de otras denominaciones, porque se puede ser hasta politeísta, pero nunca ateo, lo
único que eso conlleva en política es a un rotundo fracaso.
La Iglesia, llámese
marmita, parroquia, catedral, mezquita, templo, sinagoga, rehue, nunca se separó del Estado,
todo gobernante tiene de manera pública o privada un ser supremo a quien adorar, ya sea Dios,
Diablo o la Madre Naturaleza.
No podría ser de otro
modo, desde sus comienzos el ser humano buscó el favor de la divinidad, pudiera
ser ese entonces el origen de la humildad, por mucho poder que uno tenga es un ser incompleto que debe postrarse ante una entidad superior que está allá
afuera y suele meterse a escudriñar dentro de uno.
El Presidente argentino Mauricio Macri, no es la excepción, luego
de los resultados en las Paso (Primarías Abiertas Simultáneas y Obligatorias)
que perdió por amplia Mayoría ante Alberto
Fernández (47,78% versus 32,08%)
viajó a Salta para participar de la misa por el Señor y la Virgen
del Milagro; también envío un saludo
a los peregrinos de la 45° peregrinación juvenil a la Virgen de Lujan.
Porque el Presidente Macri es un fiel creyente, cree en el poder de la oración, por ende, en
los milagros y que con el favor de Dios sí se puede remontar los resultados de
las PASO en las elecciones generales del próximo 27 de octubre.
Pero es también realista, como no hay que pedir a Dios lo que no pueda
cumplir, no ruega, entonces, para triunfar en la primera vuelta, su petición es
más bien modesta, que la diferencia de más de 15 puntos que le lleva Fernández
se acorte a menos de 10 puntos y que la lista opositora no sobrepase el 45 por
ciento de votos, para poder llegar al ballotage.
Macri se basa en que, como dijo el columnista Carlos Pagni “La Argentina
es misteriosa”, y como devoto, aprendió que Dios es compasivo y es
argentino, si también un compatriota suyo es Papa, el milagro se podría materializar.
Los recientes resultados del Informe de Incidencia de la Pobreza y
la Indigencia que elabora el Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
de la República Argentina), al contrario de lo que se piensa le trajeron confianza al mandatorio trasandino, arrojaron que
el 52 por ciento de los niños menores de 15 años en Argentina son pobres.
Porque Macri piensa que si el Dios piadoso decidiera bajar a sus pagos y por aquello
de “dejad que los niños vengan a mí” ordenara que trajeran a su presencia 10 niños
que representen a la argentinidad, la mitad de ellos serían pobres.
Al Presidente este dato duro le da ánimo, cree estar cumpliendo la
“opción por los pobres que promulga el Papa” y si Dios le concede el milagro de
cuatro años más de gobierno, promete ser capaz de empobrecer a la otra mitad. Como incrédulos hay en todas partes, piensan que lo de Macri es “El
sueño del pibe” o. más bien, la pesadilla para esos chicos que a diario la viven.
Comentarios
Publicar un comentario