Mi abuela, Ofelia García Alderete, era chilota,
castreña, orgullosa de serlo, en la casa familiar era común que un tío
militar llevara soldados que desde Chiloé llegaban a Natales a cumplir el
servicio militar, la abuela los alojaba y les convidaba desayuno, almuerzo,
once y cena.
El 21 de septiembre de 1843, Chile toma
posesión del Estrecho de Magallanes, gracias a un grupo de tripulantes chilotes
que a bordo de la goleta Ancud capitaneada por Juan Williams habían zarpado, en
mayo del mismo año, desde el Puerto de Ancud.
Su travesía no estuvo exenta de dificultades, no
solo por los riesgos propios del mar y el clima, sino también, porque a
poco de iniciado el viaje se averió el timón y se produjo una grieta a
estribor, lo que impidió a la nave atravesar la Península de Taitao debiendo
fondear en Puerto Americano y enviar a un grupo de hombres a buscar la pieza al
puerto de Ancud, para reparar el timón.
Una vez hechas las reparaciones la embarcación
retoma su viaje y fondea el 21 de septiembre en Puerto del Hambre en las
riberas del Estrecho de Magallanes, la tripulación desembarca con sus animales
de granja, izan la bandera chilena y levantan el acta que acredita la
toma de posesión por parte de Chile del Estrecho de Magallanes, que hasta
entonces era considerado “res nullios” o cosa de nadie, y ambicionaban las
potencias de Francia e Inglaterra.
Precisamente la mañana del día siguiente que la
Goleta Ancud llegara a Puerto del Hambre, muy cerca de allí desembarca la
tripulación de la fragata de vapor Phaeton de la marina francesa, realizan una
misa e izan la bandera de su país. El Capitán Juan Williams lo toma como
un atentado a la reciente soberanía de Chile, una vez superado el incidente
diplomático se reconoce al Estado chileno soberanía sobre el Estrecho de
Magallanes.
La comunidad chilota residente en Magallanes
revindica la hazaña y busca que el 21 de Septiembre sea declarado
feriado regional, algo de razón tienen si no fuera por la llegada de
la Goleta Ancud la Región de Magallanes pudo ser una colonia francesa más, algo
así como las Malvinas para los británicos.
Con el fin de poblar la Patagonia chilena el Estado
facilitó e impulsó la llegada de chilotes e inmigrantes europeos, entre estos
españoles, suizos, portugueses, italianos, ingleses hasta la gran inmigración
croata. Se entrecruzaron los genes, se engendraron hijos, las familias fueron
mono o interétnicas.
La gesta chilota de la Goleta Ancud, quedó relegada
a los libros de historia, casi a una celebración folklórica para comer
"curanto con chapalele, milcao, chicha de manzana"; tomar licor de
oro y mistela; bailar la huillincana, corear el Gorro de lana; contar cuentos
de brujos, del Trauco, Caleuche o la Pincoya.
Ello porque en Magallanes, ni que decir en
Argentina, se discriminó al chilote, considerado pura mano de obra barata; lo
que en la Araucanía sucedió con los mapuches, se dio en parte en Magallanes con
los chilotes, se valoró más al europeo, al rubio de ojos claros, en desmedro
del chilote, de tez tierra o rosácea y que no tenía apellido raro, a lo
más sonaba huilliche, que es indígena, o a un euzkera o ladino sefardí que en el habla de
la Isla Grande y del archipiélago fuera deformado. Tal es así que hubo en Punta
Arenas monumentos a la inmigración europea, mucho antes que a la Goleta Ancud.
Tanto el cuento “El ruido del trueno” de Ray
Bradbury, como la película “Regreso al futuro”, protagonizada por Michael J.
Fox, tratan el tema del efecto mariposa, un hombre viaja al pasado y provoca un
pequeño incidente que puede cambiar el futuro.
Si los hombres que envió Juan Williams a
buscar la pieza para reparar el timón de la Goleta, no hubieran regresado, o no
encontraron la pieza o si la hubieran encontrado pero su
reparación demoraría más de lo prudente el viaje se hubiera retrasado o la
travesía se habría frustrado, Magallanes, entonces, pertenecería a
Francia; a más de alguno les gustaría aquello, porque se verían a sí mismos
como magallánicos parlando con acento francés, residentes de una austral
Quebec.
Pero si tal como Eckels, el personaje del cuento de
Bradbury pudiésemos viajar al pasado para ser tripulante de la goleta Ancud y
como Marty Mcfly, en “Regreso al Futuro”, llevar una fotografía actual de
nosotros, por cierto impresa, no digital en ese tiempo todavía no había
celulares y menos donde recargar la batería, notaríamos como a medida que la
embarcación gala se acerca a Puerto del Hambre y la Goleta Ancud retrasa
su llegada nuestra imagen iría desapareciendo hasta difuminarse completamente
cuando el capitán de la Phaeton ice el pabellón francés y a la Goleta Ancud
viendo truncada su misión no le quedara más que devolverse a Chiloé.
En ello radica la importancia del 21 de Septiembre,
gracias a los chilotes somos lo que somos hoy, no solo como sociedad, sino,
también, como cada uno de los magallánicos o con ascendencia magallánica, que
ya sea que fueron o son, unos seres de carne y hueso, porque de otro modo no
hubiésemos existido.
Para desgracia de los indígenas australes con o sin
Goleta nada habría cambiado, porque la concepción de exterminarlos provenía de
Europa, solo serían otros los Menéndez y Popper.
Pero lo que conocemos como las grandes fortunas que
se originaron en Magallanes nunca habrían prosperado; no se fundaría en el
siglo XX el diario La Prensa Austral, ni en el XXI El Pingüino; la Isla Dawson
no sería el oprobioso campo de concentración de presos políticos que fue; nuestros
premios nacionales de Historia Mateo Martinic e Iván Jaksic, nunca habrían
estudiado; del lacrimoso relato de Solabarrieta cuando Massú ganó la medalla de
oro el periodismo deportivo se habría privado; Gabriel Boric, no sería
diputado menos estar a un paso de ser Presidente de Chile, tampoco Jorge Sharp alcalde porteño y, pudiera ser entonces, que ni
el Frente Amplio habría surgido.
Si hasta Eugenio Tironi Barrios, cuya madre era
magallánica, no hubiese sido procreado y, por cierto, yo no estaría escribiendo
esto porque mi abuelo Octavio Díaz Low nunca se habría traído a mi abuela
Ofelia desde Chiloé con la promesa pionera de construir una historia familiar
en Natales.
Pero, todo aquello no sería real, sino un burdo
invento, valerse de la ucronía para relatar una mala copia de un cuento de ciencia
ficción.
Estimado Peñi:
ResponderEliminarNosotros acá en Chiloé tenemos muchas disquisiciones a solucionar. Una de ellas dice relación con nuestros ancestros. (primeramente debo señalar que este Chiloé tan singular e insular tiene uno de los peores dramas que aquejan a la humanidad: me refiero al racismo por omisión, que es el peor de todos los racismos). Y esto lo sufrimos día los huilliche que somos originarios y andamos "aplanando calles" en nuestra querida isla. De ahí el conflicto surgido entre nosotros: somos huilliche o chilotes? Porque he de manifestar que es muy distinto ser lo uno o lo otro en este archipiélago lluvioso. Profundizaré estos juicios mas tarde..